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El progreso bien entendido: Cara a cara entre Anna Lluch y Natacha López es la sexta entrega de la serie Nueve de Octubre, nueve miradas, que LAS PROVINCIAS publica con motivo de los festejos del 9 d'Octubre. Su mirada se completará con otros encuentros planteados de forma semejante, mediante la contraposición de ideas respecto a un mismo ámbito temático.
Nueve miradas -nueve capítulos- multiplicadas por dos que encarnan la aportación de LAS PROVINCIAS al propósito central de cada 9 de octubre: indagar sobre nuestro ADN y poner las bases de una sociedad valenciana más responsable cuanto mejor informada.
Sanidad
El futuro de la Comunitat viaja a bordo de la sanidad, un vehículo que tuvo que pasar una ITV acelerada durante la fase más crítica de la pandemia pero que admite una multiplicidad de puntos de vista. Tantas miradas como frentes tiene abiertos; uno de ellos, el que más atención suele suscitar, tiene que ver con el ámbito oncológico, apartado donde la Comunitat puede presumir de la buena salud que distingue a una de sus cabezas visibles. Anna Lluch comparece radiante a sus 73 años en LAS PROVINCIAS: nadie diría que viene de pasar horas y horas de consulta en el Clínico porque su sonrisa niega cualquier diagnóstico sombrío. Es la sonrisa compartida con Natacha López, integradora social de profesión, reconocida atleta y (ahí encaja con el universo de Lluch) paciente de cáncer, que (casualidad, tal vez) pasó por las manos de la prestigiosa científica y hoy luce a sus 42 años un aspecto envidiable, embarazada de un bebé que promete llevar en sus brazos a la consulta de su doctora en enero, cuando le toca revisión. «Se llamará Natasha, pero con ese», anuncia a Lluch. Es imposible no emocionarse mientras ambas se funden en un abrazo antes de abordar el coloquio que mantienen por invitación de LAS PROVINCIAS y que arranca con esta reflexión de Lluch precisamente a propósito del impacto que tuvo la crisis del covid entre nosotros: «Después de todo lo que hemos pasado, creo que todos los que componemos la sanidad somos vistos con mucho cariño». Y añade: «Los valencianos han podido percibir, porque además lo han experimentado, cómo han sido cuidados. Todavía lo hubiéramos querido hacer mejor pero hicimos todo lo que pudimos. Y creo que hoy la sociedad valenciana está orgullosa de sus sanitarios».
Natacha López asiente. A su juicio, la fase más angustiosa de la pandemia sirvió para que la sociedad valenciana «se diera cuenta de lo necesario que era el sector sanitario». Y hablando directamente a su médico, prosigue: «Todos habéis tenido que dar el cien por cien. Esto nos hace valorar un poco más lo que es la sanidad». Una visión luminosa en medio de un paisaje oscuro que por lo tanto admite mejoras. «La sanidad pública valenciana es muy buena pero nos quedan retos para mejorar», admite Lluch. ¿Por ejemplo? «Por ejemplo, en investigación. Si no hay investigación asociada a la asistencia, no existe futuro». Y otro ejemplo: la perenne necesidad de mayor inversión: «Nuestra sanidad debería tener un respaldo más importante a nivel económico». Tercer ejemplo, siempre en palabras de la oncóloga: «Que nuestras instalaciones fueran más acogedoras».
Tres aspectos pendientes de resolver que reciben la aquiescencia de Natacha y que admiten una lectura adicional, nacida de su experiencia como paciente y como atleta: «Estoy de acuerdo contigo en que hay que invertir en investigación, en diagnóstico precoz, en programas deportivos, de vida sana… Pero también en ayudas sociales para favorecer hábitos de vida saludable. Que la gente se cuide evita enfermedades». Un dictamen que cuenta con el visto bueno de Lluch («Tener una vida saludable o hacer ejercicio diario lleva a una disminución del riesgo de recaída de cáncer») y que conduce el debate hacia el horizonte que ambas confían en que sea realidad algún día en el ecosistema sanitario. Natacha lanza una petición al aire: «Ojalá que todo lo que tiene que ver con educación y salud no fuera un dolor de cabeza». Justifica esta frase en su condición de mujer trabajadora, madre de dos pequeños y otra que viene en camino, un punto de vista que genera la adhesión de Anna Lluch, desde una doble vertiente. Por un lado, reiterando su reivindicación de mejores dotaciones económicas («La sociedad valenciana tendrá que reclamar ese ajuste en sus presupuestos, que nos llegue de Madrid el dinero que merecemos») y, por otro, animando a progresar en la buena praxis asistencial: «En los hospitales debería haber educadores que garantizaran un buen ambiente de salud». ¿Resumen? Que la Comunitat goza de buena salud, aunque mejorable. Y que su futuro pasa por las manos de gentes como Anna y viaja dentro del cuerpo de mujeres como Natacha.
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Jon Garay y Gonzalo de las Heras
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