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Personal experto en restauración en el taller instalado en Feria Valencia. J.L. BORT

Así se salva la memoria de los pueblos de la dana de Valencia

Papel secante, aspiradores y hueveras de cartón convierten una sala de Feria Valencia en un peculiar taller de restauración para quitar barro de archivos y obras de arte

Laura Garcés

Valencia

Sábado, 4 de enero 2025, 00:12

En un inmenso pabellón de Feria Valencia se ha extendido sobre el suelo una playa de memoria y cultura, un número incalculable de papeles cargados de historia y muchas obras de arte, unos y otras profundamente heridos por la dana. Es el nuevo campo de batalla del personal del IVCR+i (Instituto Valenciano de Conservación, Restauración e Investigación), a quien se unen constantemente equipos comisionados del Ministerio de Cultura y voluntarios expertos en archivística dispuestos a echar una mano en la ingente labor de impedir que la memoria de los pueblos afectados por la catástrofe –historia y cultura de Valencia– se pierda. Hoja a hoja, y lienzo a lienzo hay que retirar la maldita huella del barro y hay que actuar con celeridad porque el papel es muy frágil.

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Libros de nacimientos, de matrimonios, de defunciones, planos, diseños urbanísticos que han trazado la fisonomía de cada localidad, cualquier detalle que afecte a un pueblo que el día que se plasmó en papel se erigió en testigo de la vida de muchos, de la vida de todos. Y los lienzos propiedad de distintos ayuntamientos y museos locales sobre los que ha quedado impresa la temida línea del agua.

Para trabajar en este nuevo laboratorio de restauración hay que vestir mono especial, proteger la respiración con mascarilla y cubrir las manos con guantes. «Hay muchos hongos», advierte Gemma Contreras, directora del IVCR+i. En manos de los expertos en restauración se encuentran los archivos municipales, parroquiales, judiciales de doce municipios. «Hay algunos documentos de hasta los siglos XVIII y XIX» y queda por llegar un archivo, el de Algemesí, que seguro que encierra documentos de valor histórico. Contreras destaca la presencia del archivo de la Federación Sindical de Arroces de España, procedente de Alfafar y que posee planos y documentos de notable interés. También ha llegado a manos de los restauradores todo lo concerniente al Museo de la Rajoleria de Paiporta. La enumeración sería millonaria.

Cuerdas extendidas de las que prendidas con pinzas cuelgan como sábanas blancas hojas de papel secante, pilas de documentos separados por cartones huevera, máquinas para envasar al vacío, aspiradores, ventiladores, ladrillos y baldosas que actúan de peso sobre los legajos embarrados, pinceles para barrer los microorganismos que la noche del 29 de octubre de 2024 anidaron en cada pieza. Y tal vez lo más curioso, «pequeñas cañas limadas, cañas de la riada que sirven para separar las hojas»-. Es el nuevo y excepcional kit de trabajo de los especialistas en devolver el brillo a obras de arte y piezas históricas. La imagen de la sala dista, y bastante, de la que habitualmente ofrecen los laboratorios de restauración recorridos por caballetes.

«Las hueveras nos han venido muy bien para secar», advierte Contreras. A través de los huecos pasa el aire. «Cada carpeta de archivo que nos llega se pone entre esos cartones huevera» que ha donado una empresa. Ahora esperan conseguir ladrillos que actúen de peso sobre los legajos; se les están acabando las existencias. «La Generalitat ha comprado dos máquinas para envasado al vacío y el ministerio nos ha comunicado que también ha adquirido otras dos». ¿Envasado al vacío? Sí. Una vez finalizado el proceso de limpieza y secado los libros de archivo se envasan con esa técnica con la finalidad de corregir las deformaciones.

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Primero secar, después separar hoja por hoja y retirar los microorganismos. El paso final aspirar antes de proceder al envasado cuando procede. Tarea larga y compleja que para completarse tal vez necesiten un año. Todo el personal del IVCR +i está ahora entregado a esta labor. Han tenido que abandonar la actividad del laboratorio, pero «en febrero queremos ya empezar a destinar a gente allí» para retomar las restauraciones que estaban en marcha en la sede oficial del IVCR+i.

Cuadros con moho pendientes de limpieza. J. L. Bort

Ahora los esfuerzos se centran en el papel. Según Gemma Contreras la recuperación de esculturas y de pinturas llevará otro ritmo. Los documentos son muy frágiles, en algunos ya se observa tinta corrida que tal vez convierta alguno en ilegible. Los hay, como los del Ayuntamiento de l'Alcúdia, que ya sufrieron el horror del fuego. Sobre las paredes descansan lienzos que en el reverso muestran la huella del agua embarrada. Entre todas las piezas se encuentran cuadros de colecciones municipales y las del Museo Antonia Mir de Catarroja de cuya recuperación «se encargará la Diputación».

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Y allí se encuentran también las piezas que se sacaron de los almacenes de Riba-Roja donde se guardaban las obras de la Generalitat y también las del IVAM. Ya no están todas en esa sala de Feria Valencia. «Las primeras que limpiamos y recuperamos se llevaron a otro almacén, y el IVAM se llevó las suyas». La restauración que proceda se llevará a cabo con posterioridad. La primera intervención fue la que reclamaba la situación de emergencia.

Es tanto lo que hay que recuperar que cuando termine el proceso de secado y limpieza se tendrá que revisar qué bienes, ya sean documentos o pinturas, son susceptibles de restaurar. Todavía les llaman de los distintos pueblos interesados en que los especialistas se acerquen para ver determinadas piezas. En una de esas visitas, Gemma Contrreras y el personal especializado tomaron la decisión de que se cerrara la iglesia de Picanya. Allí las pinturas están gravemente afectadas por hongos, lo que hacía recomendable cerrar el acceso a las personas. Volverán para limpiar y que allí puedan recuperar la normal actividad. También en este caso la restauración quedará para más adelante. El criterio para tomar las decisiones va a tener mucho que ver «en el interés social» porque para cada uno de estos pueblos sus bienes y su historia son decisivos.

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Uno de los documentos históricos ya envuelto en papel secante. J. L. BORT

Gemma Contreras reconoce que la Generalitat no ha escatimado recursos para afrontar un proceso necesario para salvar la historia, y también un presente que será historia. También destaca la labor del Ministerio de Cultura y de voluntarios llegados de la Universidad de Granada, de la Filmoteca Española, así como de estudiantes que aprovechan sus días de vacaciones para invertirlos en estas labores.

Sobre las mesas de trabajo los restauradores limpian y aspiran todo lo que dejó el barro. Ahora comprarán estanterías metálicas para depositar lo recuperado hasta que los propietarios se lo puedan llevar. Los archivos y museos de los pueblos tardarán en poderlo acoger. Y muchos tendrán que replantearse si bajos e incluso sótanos son los mejores sitios para salvaguardar la historia.

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