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Joan, agricultor de l'Horta Nord, frente a los campos en los que cultiva productos ecológicos. Jesús Signes

Por qué comer más sano es además más caro

La producción de alimentos ecológicos y su distribución siguen ritmos diferentes a la agricultura convencional que encarecen el producto final

Jueves, 20 de mayo 2021

Cada año, miles de personas escriben o comparten sus propósitos tras las doce uvas. En esa lista, seguro que son varios los que han apostado por una vida más saludable. Un deseo que implica un cambio de hábitos en el consumo que afecta, principalmente, ... a nuestros bolsillos. Por este motivo, buena parte de los consumidores querrían decantarse por una alimentación ecológica, pero acaban optando por una más convencional. ¿Es realmente más cara?

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La mejor forma de responder a esta pregunta es comprobarlo. Hacemos una lista de la compra de un menú para unas cuatro personas y nos dirigimos a dos establecimientos diferentes. Escogemos un supermercado convencional y un local ecológico, ambos situados en el centro de Valencia.

En nuestro menú, hemos intentado que estén presentes casi todos los tipos de alimentos y que su elaboración sea sencilla. Escogemos, de primero, un plato de pasta, en concreto, macarrones, con tomate frito y queso rallado. De segundo, una hamburguesa con espárragos y, de postre, un yogur y una manzana. Todo ello acompañado de una botella de vino.

Tras pasar por el supermercado convencional, el coste de la cesta de la compra es de 13,11 euros mientras que en el ecológico es de 32,79 euros. Más del doble. Por tanto, parece que escoger una alimentación ecológica sí que repercute en la economía personal.

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Cómo sé cuándo un alimento es ecológico o no

Diferenciar entre un producto 'bio' y otro convencional es un tarea sencilla. Para ello, basta con buscar en el envase un logotipo con forma de hoja verde y blanco. Lo llevan todos los productos de la Unión Europea (UE) que se produzcan y vendan como ecológicos. Esa distinción sirve, según informa la Comisión Europea, para «evitar la confusión de los consumidores» ya que los puedan identificar más rápidamente, y también para que los agricultores los comercialicen en todos los países de la UE.

Dicha certificación confirma que cumplen condiciones «estrictas de producción, transformación, transporte y almacenamiento». Para que un producto presuma de la 'euro hoja', debe tener, al menos, un 95% de ingredientes ecológicos. A su lado, va acompañado de unos números, que son el código del organismo de control y el lugar en el que se han producido las materias primas que lo componen.

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Joan, agricultor valenciano, trabajando en el campo. Jesús Signes

El estricto sistema de control y garantía de la Unión Europea

Las normas de la Unión Europea sobre agricultura abarcan todas las fases del proceso de producción, desde las semillas hasta los productos alimentarios transformados. Para conseguir este aval, los alimentos deben producirse sin fertilizantes artificiales, herbicidas ni plaguicidas, tampoco pueden usarse radiaciones ionizantes u organismos modificados genéticamente. La utilización de hormonas y antibióticos, a no ser que sea necesario para la salud animal, está prohibida.

Además de la obligatoria distinción europea, en la Comunitat Valenciana existe un órgano con la capacidad y competencia de certificar productos ecológicos. Se trata del Comité de Agricultura Ecológica de la Comunitat Valenciana (CAECV), dependiente de la Conselleria de Agricultura. Su función es la de ser mucho más que una «marca de calidad», comenta el presidente del Comité, José Antonio Rico.

Su objetivo, prosigue, «no es la promoción de un producto concreto, sino que nos dedicamos a certificar cualquier producto agroalimentario de la Comunitat Valenciana». Este grupo abarca tres figuras: al productor, es decir, al agricultor, a empresas que se dedican a comercializar con producto ecológico y a importadores.

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La organización tiene dos funciones esenciales; por una parte, la de certificación y, por otra, la de inspección. En esta última, el personal visita el campo, la empresa o a los exportadores y revisa el trabajo que se realiza. De ahí, pasa a certificación, que comprueba que lo que se está haciendo en el campo cumple con la normativa europea.

Según indican desde el comité, «no paga lo mismo un productor que una empresa o un importador» por certificarse. Depende de muchos factores, entre ellos, el tipo de cultivo, ya que «algunos tienen más riesgo de contaminación que otros» y cuestan más de producir y, por ende, de certificar. La media aproximada que suele pagar un agricultor al año por estar certificado no llega a los 200 euros. Además, Agricultura paga el 70% del coste de la certificación.

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Del campo a casa

Silvestre Agricultura Ecológica es una de esas empresas que cuenta con el reconocimiento del Comité de Agricultura Ecológica de la Comunitat Valenciana. En ella trabaja Joan Carceller, que es socio a partes iguales con su padre, Silvestre, fundador de la empresa. Fueron de los primeros de l'Horta Nord en apostar por las técnicas de producción ecológica.

«Mi padre empezó a trabajar en el campo, primero en la agricultura tradicional y después en la ecológica a partir de 1998», comenta Joan, que nos abre las puertas de su campo, repartido entre Foios y Barri Roca. Se dedican a la producción, pero debido a la demanda se han especializado también en la distribución y en la venta de alimentos ecológicos a través de su página web y en su tienda natural de la huerta.

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«Ese producto que mi padre vendía hace 20 años en el campo, solo se lo podían permitir algunas personas»

Frutas y verduras de temporada, legumbres, conservas, cereales, entre otros, son algunos de los productos que van del campo a casa en «menos de 48 horas». Un supermercado convencional, dice Joan, «tiene una logística que implica mucho más tiempo desde la cosecha hasta que llega a la mesa del cliente». En su caso, al ser también productores, «tenemos esa cadena corta con la que conseguimos, en menos tiempo, servir el producto al cliente» y que llegue más fresco.

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Como empresa ecólogica, han pasado los estándares normales de la agricultura convencional y, además, los del CAECV, que «son muchos más estrictos». Al haber trabajado con los dos tipos de agricultura, desde Silvestre Agricultura Ecológica reconocen que «el proceso de producción cambia totalmente». En la convencional, «al poder utilizar productos químicos, se simplifica mucho»; en cambio, ahora «no tiramos ni abonos químicos de síntesis, ni pesticidas, ni herbicidas de origen químico».

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«Hemos notado muchos cambios», sentencia Joan al repasar el recorrido de la empresa. «Hemos visto cómo nace la demanda y como eran muy pocos los que solicitaban estos productos» y ahora «ya no son solo pequeñas parcelas». En poco tiempo, «ha ido avanzando» y cada vez aparecen «más agricultores que se dedican a ella».

Campos de Silvestre Agricultura Ecológica, repartidos entre Foios y Barri Roca. Jesús Signes

Según su punto de vista, «ahora tienes que pelear más para conseguir clientes; antes el cliente te buscaba a ti». A pesar de este aumento de la competencia, Joan valora que haya madurado el mercado y que tengan más facilidades: «Las administraciones están más implicadas y las grandes empresas cada vez se interesan más por estos productos», mientras justifica que el precio de los productos orgánicos sea mayor que el de los convencionales porque es «más caro producir alimentos ecológicos», pero es un proceso de «mayor calidad».

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«Quien pueda permitirse evitar comer químico, intenta pagar un poco más por ello», argumenta. Joan sí ha notado cómo ha ido variando el perfil de consumidor. «Ese producto que mi padre vendía hace 20 años en el campo solo se lo podían permitir algunas personas».

El auge de la producción y el consumo ecológico se entiende, según la nutricionista Elisa Escorihuela, porque los productos 'bio' son «más respetuosos con el medio ambiente». Aunque también anota que no por ello los alimentos del supermercado dejan de ser saludables. Para determinadas patologías en las que hay una inflamación crónica, sí recomienda «alimentos que no han sido tratados con algún tipo de fitoquímico ni animales tratados hormonalmente, porque pueden modificar el comportamiento de las hormonas». Y concluye con esta frase: «Lo ideal sería combinar los dos tipos de alimentación».

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