Un pollo 'funky' anda suelto por Alicante

Más no siempre es sinónimo de mejor. En la cocina el ejemplo es claro: no por tener una carta más extensa se va a tener más contento a la clientela. Lo más normal es acotar la carta para que lo que se podría ver como poca variedad sea realmente dar forma a un cuidado producto y servicio en mesa. En plena zona de tardeo de la ciudad de Alicante se encuentra un concepto gastronómico que recorre desde la simpleza de un pollo hasta el extremo opuesto, sin cambiar de animal. Funky Chicken de Alicante es la demostración de que en gastronomía menos es más, mucho más.

No engañan a nadie. En su página web ya avisan que tienen «menú reducido», por lo que al llegar al local la carta no es de las que no sabes qué elegir. Sota, caballo y rey: Un surtido notable de entrantes, diferentes formatos para pollo a la brasa y varios tipos de hamburguesas. Todo con la pestaña previa de 'Sugerencias'. El entorno es casi ideal, en el centro de la capital y a segundos escasos de las grandes terrazas de la calle Castaños, la zona de tardeo de Alicante. Cerca de todo.

Un pollo moderno encima de un sofá gigante da la bienvenida a los clientes del Funky Chicken de Alicante. El primer impacto ya lo tiene el local, con una estética cuidada, de plantas en el techo que generan un ambiente diferente para estar y disfrutar del momento.

Comenzando porque disponen de cerveza artesanal, la partida comienza con una ensaladilla de las de limpiar el cuenco para que no regrese nada a cocina. Ensaladillas diferentes hay una por cada local, por cada bar, pero encontrar una que no recuerda a otra es confortante con la gastronomía. Aunque en entrantes la matrícula de honor la tiene asegurada una berenjena con hummus. Simplemente sabe a berenjena, con su fritura, su toque de miel y su hummus de gran sabor. Eso. No puede volver nada a cocina.

Otro entrante bastante popular son las alitas de pollo, obviamente en el templo de la cocina con pollo. Pero hay otro entrante un tanto desconcertante por la mezcla de sabor y la aparición de otro animal en carta: taco de panceta. Un bocado, uno, de gran sabor.

El trato es muy correcto. Rápido para la cantidad de mesas que hay en sala y los camareros para atenderlas. Lo cierto es que las raciones tampoco es que sean excesivamente grandes, no hay ni abundancia ni escasez, simplemente alcanza el punto en el que menos estaría mal visto y más sería para acabar de disfrutarlo.

La sorpresa final, antes del precio, llega con los postres. Sea por lo que sea, el plato de fruta llega con más de seis variedades diferentes. Manzana, pera, piña, fresas, moras, arándanos y frambuesas. Llamativo. En otros lugares se cumple a rajatabla lo de 'fruta del día' que se sirve una única pieza. En tartas el plato sale de cocina que bien podría ser para 2 ó 3 comensales. Un buen broche de oro.

El precio puede parecer alto pero en verdad se paga el comer en un lugar de cocina cuidada, servicio muy personal y sala de diseño. Todo depende de lo que el cliente considere oportuno, pero caro no es para los tiempos que corren en la gastronomía.

El Funky Chicken de Alicante podría ser un local más de comida a base de pollo, pero no se cierran en banda. De cocina salen platos recomendables para hacer de una comida un momento de disfrute, en lo personal y en lo culinario. Perfecto no hay nada en esta vida, pero hay que probarlo. En este caso, no va como pollo sin cabeza. Está todo pensado y bien servido.

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