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Zaplana alertó del riesgo de retornar el dinero: «Con billetes de 50 podría»

El exministro, cazado en un hotel, habla de traer cinco millones: «En España me van a decir, '¿usted dónde va?'»

H. Esteban / A. Rallo / A. Cervellera

Miércoles, 13 de febrero 2019

Eduardo Zaplana mantuvo un encuentro en el hotel Wellington de Madrid con el conocido letrado Washington Fernando Belhot, sospechoso de haber participado en algunas operaciones de ocultación de fondos. La UCO captó la conversación a través de un dispositivo de escucha en el recinto hotelero colocado en el lugar donde se habían citado. Curiosamente, los investigadores no 'pincharon' el teléfono del exministro para completar la laboriosa investigación que habían emprendido años antes. Todas las conversaciones 'capturadas' al expresidente responden a pinchazos telefónicos en otros dispositivos.

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En otras ocasiones, los agentes, conocedores de las reuniones de alto nivel que mantenía Eduardo Zaplana, preparan un plan especial para averiguar qué trama. Así ocurrió, por ejemplo, durante la reunión en el hotel Wellington, un cinco estrellas en el centro de Madrid. Son varios los momentos, en los que no se ha podido transcribir el audio debido a las interferencias en el sonido ambiente. El exministro parece estar preocupado por las novedades de las pesquisas respecto a Ignacio González, el expresidente de la Comunidad de Madrid y teme que se pueda producir una «contaminación» que puede afectarle. «Yo creo que estos no tienen nada y tienen la de Dios», le dice al letrado, al parecer, en referencia a las dudas que pueda tener su testaferro Barceló con una sociedad que controla en Andorra. Añade que su suegro, el empresario y padre de Rosa Barceló, le está proponiendo negocios. En un momento de esta charla, añade que Ignacio, que la UCO relaciona con el expresidente madrileño, ya no le está dando dinero de Andorra. Se intuye amistad entre ambos dirigentes, circunstancia que ha quedado acreditada con las intervenciones en el caso Lezo. De hecho, Zaplana pagaba a una agencia de comunicación unos 3.000 euros al mes porque se lo había aconsejado su excompañero de partido.

No obstante, el expresidente quiere optar por la prudencia. «Hay que parar, hay que parar», aconseja respecto a nuevas inversiones. Comenta que ahora ya no está recibiendo dinero de Andorra y su consejero le pregunta acerca de las necesidades futuras de capital. «Ahora necesitaría, pero a corto plazo mí me pasa lo mismo. Yo tengo mi sueldo, que es un buen sueldo... Yo puedo sacar, que no pasa nada... Pero no puedo sacar cinco millones de... Primero porque no los tengo ahora porque me he metido en un problema, pero segundo es que aunque los tuviera». Ante la falta de argumentos para justificar cómo aflorar ese dinero, el expresidente reflexiona: «En España me van a decir, ¿usted dónde va?».

Ambos hablan acerca de los métodos para reintegrar el dinero y de la dificultad de hacerlo con billetes de 500 euros. Zaplana, corrige y apunta que con los de 50 sí podría. El letrado, el supuesto ideólogo de la trama, el abogado Fernando Belhot, le indica: «Claro, exacto. Yo te lo iré devolviendo poco a poco, y no te digo que sea en dos días, en una semana, en diez en quince». «Si puede ser en un mes, mejor», acorta el expresidente.

Eduardo Zaplana es consciente de los riesgos que corre al hablar de determinados asuntos por teléfono. De ahí que a lo largo de la investigación haya quedado patente que optaba por comidas o reuniones en reservados de hotel. Pero, además, en charlas de audios sensibles utiliza términos para camuflar de qué o de quiénes habla. Así lo recoge la UCO en uno de los informes que constan en la causa, que definen esta estrategia como lenguaje convenido. Los agentes se sorprenden de cómo Zaplana recurre a la expresión «tías» para referirse al ideólogo de la supuesta trama. Por ejemplo, así ocurre en uno de los audios interceptados con su supuesto testaferro. «Ya he hablado con estas tías eh! Con las que tenemos que quedar», traslada el exministro. En la misma conversación, más adelante, añade: «Yo le he dicho que desde hoy estoy absolutamente disponible»... En la misma línea, comenta que a una «le ha venido la regla y que estaba todo en orden». Como parte también de este camuflaje semántico habla de que a «esa no la dejas preñada».

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A lo largo de la investigación que ha comandado la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil se desprende la idea de que Joaquín Barceló era un hombre de paja al servicio de las órdenes de Zaplana. De las conversaciones con el letrado Bhelmot se intuye que son ellos los que piensan los pasos a dar y utilizan a Barceló. Tal y como recoge los agentes en sus informes, el nombre de Zaplana apenas surge en las intervenciones telefónicas. Son siempre terceras personas las que parecen ejecutar las acciones y se refieren a la supuesta X de este asunto -la UCO no tiene dudas- como «el jefe» o lo «lo que él te diga». En otras ocasiones, algunos de los intervinientes en los pinchazos se refieren a él como «el nervios».

Los agentes y la juez han situado al expresidente en la cúpula del entramado para ocultar y repatriar dinero del extranjero. Pero las cifras, por el momento, no cuadran. Zaplana tiene bloqueados algo más de 6,3 millones de euros en dos cuentas de Suiza, según desveló la instructora en el auto que le dio la libertad. De esa cifra el 90% pertenecería al exministro. Pero, además, habría traído ya otros 2,9 millones de euros a España. La realidad, tal y como se comentó en los inicios de la investigación, es que las buenas inversiones del exministro podrían haber multiplicado el patrimonio que inicialmente cobró de las pesquisas, los 6,8 millones iniciales. Hay que tener en cuenta que los hechos que ahora se están investigando corresponden a finales de los 90 y primeros años de 200, es decir, hace más de 20 años. Tiempo suficiente para lograr multiplicar las inversiones.

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El expresidente optó ayer por el silencio. Hace una semana, sí rechazó todas las acusaciones. Aseguró que nunca había sido propietario de cuentas en el extranjero y negó el cobro de comisiones.

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