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La Navidad ya está aquí, chicas, y este año viene a lo grande, sin ningún tipo de complejo. Muchas guirnaldas, muchos abetos navideños con bolas y espumillón, flores de Pascua a tutiplén, y centros de mesa en rojo y verde. ¡Que se muera el minimalismo con su menos es más! ¡Vamos a demostrar al mundo lo que somos capaces de hacer con muérdago y acebo y nuestro potencial creativo!
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Este año hay ganas de celebrar y se nota en la cantidad de talleres que se han organizado, como el de Poppyns o el de Flores la Tartana, donde aprendes a hacer coronas y cestas. El Corte Inglés también organizó uno sobre el arte en la mesa, enseñando todos los secretos para ser una buena anfitriona, desde el lenguaje de los cubiertos, el protocolo, los tipos de mantelerías, cómo seleccionar vajillas, cristalerías y cuberterías, la decoración floral, las velas, el mobiliario y todo lo que necesitas saber para dejar boquiabierta a tu suegra en la cena de Navidad.
El curso lo dieron los diseñadores Sigfrido Serra, Mateo Climent, Verónica Montijano, Arantxa Vidal y Laura Fitera, que explicó su visión de la perfecta anfitriona. «El único secreto para ser una buena anfitriona -dijo- es tener una cuidadosa planificación y organización, un control estricto de tiempos, saber qué va primero y después. La anfitriona tiene que estar relajada y feliz, atenta y pendiente del bienestar de sus invitados y no crispada, nerviosa o agotada y para eso hay que planificar. Yo dejo la mesa montada la noche anterior e intento que alguno de los platos esté cocinado con anterioridad o solo haya que dar un último toque. Organizo mi casa imaginando el recorrido que hace el invitado desde que entra por la puerta, le recojo el abrigo, le pongo una copa en la mano y lo presento al resto de invitados. El anfitrión es responsable de la felicidad de sus invitados mientras estén en su casa y así me tomo yo el arte de recibir, con esa responsabilidad».
En su primera comida navideña, pudo poner en práctica sus teorías. Invitó al pintor Enrique Senís y David Phillips, Amparo Morte y Vicente Lacomba, María José García y Enrique Duart, Iñaki Verchraege, su hija Blanca Gadea Fitera y Jorge Blanquer, Carmen de Rosa, Fernando de Rosa y Asun Palop, José Soto y Mayrén Beneyto. Para la ocasión preparó un bufé, una forma sencilla de organizar una comida para tanta gente. «Los bufés son mucho más flexibles de lo que la gente cree, se puede servir casi cualquier menú y de hecho yo hice un cocido, un arroz seco en paella de cocido. Decoré la mesa a tono con la decoración navideña de la chimenea, un pueblo nevado con ciervos, árboles, luces y mucho verde y nieve».
Para Laura, la decoración navideña es una forma de crear recuerdos familiares que perdurarán en el tiempo. «Si hay algo que genera un recuerdo hermoso es una comida alrededor de una mesa bien puesta, con la familia reunida y disfrutando y eso se consigue poniendo ilusión y creando ambientes mágicos. Recuerdo que mi marido entró un día por la puerta y me dijo: 'hoy estaba trabajando y he pensado, seguro que Laura ha empezado a decorar la casa de Navidad y me ha hecho una ilusión'. Y esas palabras no las olvidaré nunca, son un motor para mí y ahora con mis nietos intento hacer lo mismo, haciéndolo cada vez lo mejor que sé».
La decoración navideña también ha llegado a los mercados. Los interioristas Sigfrido y Mateo han decorado tanto el Mercado de Colón como el Mercado Central. En el primero sobresale un espectacular árbol de Navidad de diez metros de altura. «Está realizado con materiales reciclados, con grandes bolas en lustre de oro y 250 bolas de la Navidad de Lladró en tonos blancos y dorados, que aportan tradición, luminosidad, claridad y calidez». Se pueden ver en el bajo árbol con chimeneas y detalles navideños y en el propio belén clásico del mercado, que brilla bajo una iluminación que enfatiza la propia arquitectura del edificio.
El Mercado Central luce igual de navideño. «Las puertas dan la bienvenida a los visitantes entre abetos y guirnaldas de ornamentación natural, haciendo un guiño a los productos frescos del mercado; se ha prestado atención a las fuentes, en homenaje al agua tan importante para asegurar la cosecha, colocando sobre ellas flores de Pascua, símbolo de la Navidad; y se ha escogido una cromática de tonos rojos y dorados, que recuerdan la luz de Valencia», explican los interioristas.
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