almudena ortuño
Domingo, 14 de noviembre 2021, 00:40
Hay personas que se mueven por las vísceras; a mí, son las únicas que me interesan. Esta entrevista es consecuencia de una que nunca se realizó, y por suerte. Acabó en dos vinos y varias confidencias, por ese entendimiento inmediato que a veces te regala ... la vida. Cuchita Lluch (Valencia, 1965) es la gran dama de la gastronomía valenciana y ha trabajado intensamente para poner en valor la cocina de la Comunitat. Desde el sillón de la Real Academia de la Gastronomía, o ejerciendo de socialité con un cóctel en la mano. Una labor menos frívola de lo que parece. ¿Que quién es? Es la niña bonita de la aristocracia progresista. Tenía una moto con la que recorría el Ensanche. Su padre le regaló las alas de la libertad. Anfitriona de fiestas que han escrito la historia de esta ciudad. Tres veces mujer y dos veces madre. Su boda con Juan Echanove ocupó las páginas del 'Hola'. Quedarse en los stories de Instagram es no tener ni idea del alcance. Lluch nunca mira por encima del hombro; aprecia el talento, pero se enamora de las personas -de Quique, de Ricard, de Begoña-; y siempre se entrega por encima de lo que recibe. Una cualidad, la de las tripas, que le ha valido grandes amores y fuertes decepciones.
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- Qué difícil es definir lo que hace… ¿Relaciones públicas?
- Relaciones públicas nata, es lo que estudié. Me parece algo fundamental para triunfar en la gastronomía. Todo lo que no se comunica no existe. Si tú no pones en valor lo que eres y lo que haces, nadie va a venir a buscarte y a sacarte de casa. Y más en el momento que vivimos, con gente tan buena en ese aspecto como Quique Dacosta o David Muñoz. La diplomacia, el marketing bien entendido, se ha convertido en algo necesario en la cocina.
- Cuando decide apostar por alguien, ¿es por talento o por afinidad?
- Es porque lo siento. Y luego es verdad que muchos terminan siendo mis amigos. Con los años, ya ves venir las cosas. A mí me gustan las personas, me enamoro de ellas, tanto por su talento como por lo que llevan dentro. Me encanta escuchar sus vidas, situarlas en su entorno. Nuestras actitudes suelen ser producto de la educación y lo que nos rodea. Pero también he apoyado a gente con la que no me entiendo. He intentado ser ecuánime.
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- Son famosos sus stories de Instagram en restaurantes, ¿cómo empezaron?
- Yo era una analfabeta digital -ríe-. Pero un día me abrí Facebook y cree una sección que se llamaba 'Hoy comemos aquí'. Por dar visibilidad y por divertirme. Creo que me pasé a Instagram cuando conocí a Juan. Y el primer día que subí un vídeo a stories, mi amiga Olga Adelantado me respondió: «Ya has encontrado tu medio de expresión». Así que ahora grabo los sitios donde voy a comer porque me lo paso bien y a la gente le encanta. No sabes la cantidad de respuestas que recibo, muchas interesándose por el restaurante.
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Su hermana, Begoña
«Ha sido pólvora toda la vida; ahora, catalizadora»
Su marido, Juan
«Tiene una capacidad especial para ponerse en la piel de los demás»
Germán Carrizo
«Una luchadora incansable por su tierra»
Alejandra Ansón
«Entusiasta, optimista y alegre a más no poder»
Begoña Rodrigo
«Es aire fresco, ese chute de energía, positivismo»
- ¿Cree que la gente siente envidia por su modo de vida?
- No lo sé, es que nunca me ha importado el qué dirán. He crecido en libertad, pero de formación y de espíritu. Entiendo que mi vida es diferente, porque trabajo para mí y no tengo la obligación de estar en una oficina desde las 8. Las relaciones laborales siempre las he desarrollado alrededor de la mesa. Porque alrededor de una mesa, todo el mundo es feliz y se pone de acuerdo más rápido. También es mi ocio cuando estoy en familia.
- Se ha hablado mucho de esa 'Cuchipandi' que le acompaña a los sitios.
- ¡Pues mis amigos! Yo salgo a comer con amigos o, al menos, con conocidos que aprecio. Luego es verdad que distingo mucho entre colegas, amigos íntimos y familia. A mis hijos no les gusta que les grabe y Juan ya está cansado. Estoy pensando en Bego -Rodrigo, que se encuentra en el restaurante mientras se realiza la entrevista-, que al principio no entendía mi papel. Se vino a esa 'Cuchipandi' y ahora somos grandes amigas.
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- ¿La gastronomía sigue siendo machista?
- Cada vez menos. Y con eso, ya te respondo.
- ¿Con qué prejuicios le ha tocado luchar?
- A mí se me ha mirado como la niñata, la guapa y la tonta. Tampoco me ha preocupado, porque como siempre he sido dueña de mí misma, no me he visto sometida a nadie. Los egos masculinos, que esperaban a una mujer más complaciente, los he vivido en el plano personal. Pero en la faceta profesional, no me he topado con ninguna puerta que no pudiera abrir. Al llegar a la Real Academia, personalidades como Ansón y Cortina tenían muchas ganas de recibir a mujeres. Y en la Academia Valenciana se ha respetado mi liderazgo. También influye que he ido con mucha seguridad a todas partes.
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- Quizá por el ambiente de libertad en el que fue criada.
- Sí, la educación es importantísima. Mi padre es el hombre que ha marcado mi vida, soy quien soy por él y por la libertad que me dio. Me llevaba a todas partes, escuchaba lo que decía y ponía en valor mi opinión ante otros. Con mi madre la relación siempre ha sido buena, pero somos muy diferentes. Ella es una una mamá cocinera, que tiene amor para todos, y me ha reñido mucho, por estar siempre fuera de casa o por no dar pecho.
2 Palillos (Barcelona)
«Ahí le pedí a Juan que se casara conmigo»
La Salita
«Fue donde celebramos el último Santo junto a mi padre»
Quique Dacosta
«El primer gastronómico al que llevé a mis hijos»
Ricard Camarena
«Lo elegí para entregar mis primeros premios»
Nerua (Bilbao)
«Juan se arrodilló delante de mis amigos»
- El otro día me dijo que envejecer era algo maravilloso, ¿por qué?
- Tengo 56 años y me siento mejor que con 40. No me da miedo volver a empezar, poner en marcha una empresa. Es un momento bellísimo de experiencia y conocimiento. Y creo que puedo ofrecer más que hace unos años. A nivel personal, tengo dos hijos increíbles y un marido que te mueres. Vivo en la mejor ciudad del mundo, aunque Juan quiere que nos retiremos a Jávea -ríe. A mí aún me sobra energía para pensar en retiradas.
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- La que es rebelde, muere rebelde.
- El espíritu rebelde no se tranquiliza, quien es libre y salvaje sigue siéndolo. Es bellísimo, por eso te digo que nunca dejes de serlo. Siempre me he movido por la pasión, por la emoción y la tripa. Y cuando estoy mal, digo que me duele el estómago, el hígado. No sé estarme callada ni ser sumisa. Si no fuese rebelde, me hubiese quedado en Mediterránea Gastrónoma.
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- ¿Se marchó de Mediterránea Gastrónoma por falta de acuerdo económico?
- No. Me marché porque el equipo no estaba conmigo, después de tomar una decisión muy importante en el momento más duro de la pande mia. En febrero de 2020, habíamos preparado al 80% un programa internacional que, tras el confinamiento, rehicimos con enfoque nacional. Lo anunciamos a finales de octubre. En aquel momento, había un repunte del Covid-19, se estaban cerrando las fronteras y, en algunas autonomías, también la hostelería. Barcelona, La Rioja, Asturias, Andalucía… Mientras tanto, nosotros seguíamos lanzando un mensaje de convocatoria de miles de personas, porque el aforo lo permitía, y empecé a recibir llamadas de compañeros que estaban escandalizados.
- Y en ese momento, ¿echó el freno?
- Fueron cayendo del cartel Pitu Roca, Dani García, Nacho Manzano… Así que adopté la decisión, nada fácil, de que no podíamos seguir llamando a la rebelión. Teníamos que ser responsables, consecuentes y dar ejemplo. Rehice el programa con personas de Valencia y defendí que nadie viniese de fuera, una postura que no fue compartida por la directiva de Feria y que me costó el ostracismo de mis compañeros. Incluso la negación, como si yo no hubiera trabajado en aquella edición, porque ni aparecí en la nota de prensa.
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- Sin embargo, no anuncia su renuncia a la presidencia hasta el mes de junio.
- La edición se vivió con mucha tensión. No me sentí bien, tenía hasta dolor de estómago, pero intenté disculparles por el momento que estábamos viviendo, con un ERTE de por medio. Alejandro Roda -director del certamen- no se puso en contacto conmigo hasta abril y entonces mantuvimos dos reuniones en el Mercado de Colón. Ahí le trasladé cómo me había sentido y él me respondió que yo los había dejado tirados. No hubo perdón ni entendimiento, porque estábamos hablando idiomas distintos. Para mí no se trataba de dinero, contratos y concursos públicos: era una cuestión de valores, misión y visión.
- ¿Cuál fue el punto de inflexión tras el que envió aquel mensaje de renuncia?
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- Un encuentro que tuve en Madrid Fusión con Alejandro Roda y Maje Martínez -directora de contenidos-. Fue una situación muy tensa, donde sentí que la situación era irreparable. Acabó con una llamada a Alejandro durante la que estallé. Le pregunté qué era lo que no entendía. Y le dije que esto no se trataba de dinero, llevo toda la vida trabajando gratis. Era un tema de personas y respeto por los cocineros. Que yo quería vender gastronomía y él, metros cuadrados. Me colgó el teléfono y, unos días después, anuncié mi marcha.
- ¿Qué reacciones recibió al comunicar la salida?
- Recibí más de 500 mensajes. Muchas llamadas de cariño. Pero no podía ni hablar por los nervios que tenía en el estómago. ¡En el fondo me da muchísima pena todo esto! Habíamos hecho un trabajo tan bueno, con un nuevo nombre, un programa potente…
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- ¿Te has vuelto más egoísta después de este varapalo?
- Para mí ha sido una torta absoluta. Ya se me ha pasado el dolor, pero mi proyecto vital será otro de aquí en adelante. Seguiré ayudando en todo lo que pueda a la gastronomía, pero puede que no con la misma implicación. Han pasado los años y he ido aprendiendo.
- Entonces, ¿cuál será su próximo proyecto profesional?
- La pandemia nos ha removido a todos y nos ha hecho pensar en lo que tenemos alrededor. En mi caso, una hermana maravillosa, que es Begoña. Estudió en Le Cordon Bleu, ha tenido una empresa de catering y ha trabajado en los mejores sitios del mundo. En el confinamiento, diseñó una dieta con sus pilares y ahora, va a impulsar un negocio de nutrición de vanguardia. Ya tiene el local y arranca en enero. Yo estaré con ella.
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- Siempre ha apostado por atraer primeras figuras, nacionales e internacionales, para afianzar el prestigio de la Comunitat. ¿Esto ha enfadado al sector autóctono?
- Solo he visto que le haya molestado a una cocinera -se refiere a Rakel Cernicharo (Karak), quien protestó activamente en Gastrónoma 2019-. Cuando programas, tratas de que haya variedad, pero no siempre resulta sencillo. Hay que vertebrar el territorio -Castellón, Valencia y Alicante-; incluir gente con y sin Estrellas y Soles; hay que igualar sexos; buscar el equilibrio entre la cocina y la sala… A mí siempre me ha gustado el intercambio cultural, creo que se aprende viajando, y no comprendo el rechazo hacia lo de fuera.
- Conocer lo que se hace fuera, pero también dar a conocer lo nuestro.
- Absolutamente. Cuando estás encerrado en tu casa, te piensas que eres muy importante, pero luego sales fuera y te descubres como una hormiguita. Quique y Ricard siempre me han dicho que somos muy buenos en el territorio, y por eso precisamente tenemos que demostrarlo en el territorio. Si algo es difícil de exportar, entonces tenemos que atraer a la gente para que lo conozca. Es más bonito y más rentable. En este sentido, creo que se está haciendo una buena labor institucional, apostando por el turismo de calidad.
- También hubo un momento esencial, un golpe sobre la mesa para la gastronomía valenciana, que estuvo vinculado a su figura: el acto de 2013 en el Museo del Traje.
- Aquello marcó un antes y un después. Había que organizar una cena y, como presidenta de la Academia de Gastronomía, decidí juntarlos a todos. Cocineros como Ricard, Quique o Jorge Bretón; personal de sala como Manuela Romeralo o Javier de Andrés; sumilleres como Navarrete o Rabasa. Estaba Torreblanca a cargo del dulce, las bodegas valencianas pusieron sus vinos. Entre todos montamos una comida para más de 70 periodistas nacionales, y luego una cena. Ahí se cocinaron dos Premios Nacionales -De Andrés y Navarrete-. La siguiente vez que llegué a la Academia Valenciana, me aplaudieron todos.
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- ¿Qué sensación quedó después de todo aquello?
- Nos dimos cuenta de que teníamos equipo. De que solamente nos faltaba creérnoslo.
-Valencia acogerá la gala Michelin en diciembre, ¿dejará Estrellas a su paso?
- Espero que Ricard Camarena y Alberto Ferruz consigan la tercera, que Begoña Rodrigo se lleve la segunda y que Vicky Sevilla, con esa maravilla que es Arrels, gane la primera. Esa es mi porra. Me encantaría otra para Patiño, pero son demasiadas exigencias, ríe.
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