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El mundo de la moda cambia. Evoluciona. Las grandes ciudades, como París, Londres o Nueva York, apuntan a una sola pasarela y la tendencia es ... a concentrarlas cada vez más, de forma que las ciudades medianas como Valencia empiezan a quedarse fuera de los circuitos. Así que si ya es difícil despuntar con una sola pasarela, con dos es prácticamente imposible. Y eso es precisamente lo que ha sucedido en Valencia este fin de semana, dos pasarelas, en dos escenarios distintos y con diferentes diseñadores.
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En el sector de la moda no se oculta la desilusión. Mario Agulló, fotógrafo de moda, asegura que es muy triste lo que ha sucedido este fin de semana. «Se podría haber hecho algo más grande si todos hubiéramos mirado en el mismo sentido», indica el fotógrafo. Del mismo modo, Judith Barrea o Theo Cano, profesionales del sector de la moda, se lamentan por lo sucedido: «Hemos pasado de no tener nada a pelear por dos pasarelas que muestren la moda y los diseños. Es lamentable que encima haya sido el mismo fin de semana», aseguran.
Pero vayamos por partes. Primero a una pasarela y luego a otra. El Clec, que se ha celebrado viernes y sábado, no es exactamente una pasarela al uso, sino un festival, como de hecho se llama, Festival Clec. La idea de su promotor y alma del proyecto, Miquel Suay, es precisamente esa, un foro que aúne moda, fotografía, gastronomía y hasta música. Un festival, vamos, como un concierto al que puedes asistir comprando una entrada. Josep Lozano, que fue director de la antigua Valencia Fashion Week, lo explica con bastante claridad. «De los dos modelos de pasarela que se celebran podría estar un poco más a favor de Clec porque por lo menos no engaña a nadie; Miquel cuando habla de su evento dice que es un festival, algo lúdico que no tiene otras pretensiones, aunque me sabe mal que la moda se vea así, como un espectáculo».
Más aún, si fuese un espectáculo privado, en el que un promotor invierte y arriesga su dinero, nadie pondría reparo. El problema es que ambas pasarelas tienen subvención pública. «Si sumas las partidas públicas de las pasarelas -Clec y MFW- y de la exposición 'Art en Blanc' suman más de 400.000 euros, que era precisamente el presupuesto de la desaparecida Valencia Fashion Week», explica Lozano, quien no entiende que la administración apoye con dinero a cada evento de este tipo y que además no beneficia ni a los diseñadores que desfilan.
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Y ¿por qué no sirven? Pues porque el modelo de consumo ha cambiado radicalmente y por eso también debe cambiar el modelo de exhibición. «Antes teníamos firmas de pret-a-porter que presentaban en pasarela colecciones cada seis meses para que las tiendas comprasen el producto con antelación y lo vendieran después». Ese modelo se ha ido al traste porque las grandes cadenas de moda globales son súper poderosas y se han comido el 99 por ciento del mercado; lo poco que queda es la costura a medida. «Por eso la pasarela del Gremio de Sastres es eficiente, porque el público es el consumidor, tus clientas aquellas que van a comprar el traje», defiende Lozano poniendo como ejemplo una pasarela de la que él es promotor y que todavía se celebra aunque con pocos medios y sin el presupuesto y ayudas públicas.
El festival Clec sí podría cumplir una función como caladero de nuevos talentos, que es lo que pretende Miquel Suay. «Pero para eso ya están los desfiles que organizan las escuelas de diseño y moda. En Clec la consigna es cuantos más diseñadores mejor, nada menos que 54 desfilan, de los cuales la mayoría son jóvenes que acaban de terminar, en un formato que no es adecuado para ellos. Lo idóneo sería un concurso o una jornada paralela al calendario oficial».
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En cuanto a la Mediterránea Fashion Week, el diagnóstico no es mucho más alentador. Hay buena voluntad pero pocos medios, lógico tratándose de una primera edición. «Desfilar en un salón de un hotel no es serio, es un montaje muy básico, y el cartel de los desfiles dista mucho de las necesidades de los diseñadores. Alguno de los que van -se refiere a Alejandro Resta, Carlos Haro o Isabel Sanchís- encajarían mejor en la semana de la costura», explica Lozano, mientras que los consolidados como Schlesser o Devota & Lomba ya desfilan en la pasarela de Madrid. «Aquí lo único que consiguen es difundir su marca y, claro, están encantados con ello porque prácticamente les sale gratis; no sólo se lo pagan, sino que pueden llegar a cobrar un caché. Es un bolo (promoción en el argot). Por eso Agatha no estuvo en su desfile en Clec». Que por cierto, la propuesta de Agatha Ruiz de la Prada fue una colección de chándales y camisetas, nada que ver con sus desfiles en Madrid. «Lo que no tiene sentido es verles fuera de su espacio de venta y, encima, flaco favor le hacemos a la moda valenciana, a los que están cada día peleando por tener clientes, colocándoles como competencia a diseñadores que están en Madrid», concluye Lozano.
Así las cosas, tenemos dos pasarelas con pocos, muy pocos diseñadores valencianos. Los que quedan sobreviven a duras penas en una tierra que, nos guste o no, carece del músculo empresarial para crear marcas fuertes con una buena red de distribución. Valencia podría tener su sitio en el calendario de las pasarelas nacionales si se especializase, como Canarias con Moda Cálida, que concentra ropa de baño, pero jamás podrá abrirse hueco y ser conocida como pasarela generalista. Como decía un viejo profesor, un producto para todos es un producto para nadie. Así lo explica Mapi Paricio, directora del curso de moda del CEU San Pablo: «Creo que las pasarelas locales tienen sentido si presentan un modelo diferencial con identidad propia o como vehículo de relación con el entorno como una plataforma para poner en valor al tejido de moda de proximidad y al talento local».
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Sea como fuese, lo que no se le ocurre ni al que asó la manteca es montar dos pasarelas el mismo fin de semana y, encima, en medio de un puente. Porque como espectáculo está muy bien, eso sí. Ver el desfile de Devota, Schlesser, Sanchís o Alejandro Resta siempre es una delicia, sobre todo con las modelos divinas de la agencia Carmen Durán. Pero este fin de semana la moda valenciana ha salido perdiendo en este duelo de pasarelas.
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