Vamos sobrados de creatividad pero faltos de industria. Ese es el diagnóstico de la situación de la moda valenciana que se puso de manifiesto en el último festival de moda Clec celebrado en la Ciudad de las Artes y las Ciencias. En la moda no basta con saber diseñar y ser un joven creativo con muchas ideas. Hay que producir una colección, comprar los tejidos, contar con buenos patronistas, confeccionar las prendas en un taller y, lo que es más importante, venderlas, ya sea en tiendas propias o multimarca. Hace falta mucha inversión y estructura detrás y ahí pinchamos en hueso.
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En Valencia apenas quedan firmas de moda que produzcan industrialmente, es decir, que haga 'prêt-à-porter', con la digna excepción de Dolores Cortés. Miquel Suay tiene una línea de ceremonia que funciona muy bien, es bueno, innovador, pero sabe que le falta visibilidad, que con más puntos de venta tendría mucho más tirón. El resto es costura a medida: Marta de Diego, Amparo Chordá, Alejandro Resta o Lucas Zaragosí y Adrián Salvador, con su firma Savage, tienen talleres pequeños en los que producen por encargo o con pequeñas colecciones.
¿Por qué no tenemos empresas de moda en Valencia? «Soy un poco crítica con la formación que se da en las escuelas de diseño», dice Dolores Font Cortés, en un punto de vista que comparte Enrique Lodares. «Se les transmite que sean genios del diseño, pero en este sector hacen falta patronistas, que a mí me cuesta encontrar». Quieren ser como Galliano y Galliano hay uno. «Los estudiantes piensan que el diseño es como una obra de arte pero hay que tocar suelo». La creatividad es importante, claro, no se puede repetir lo que hacen otros, pero la moda es un negocio y la ropa tiene que ser ponible; «si yo no vendo bañadores tengo que cerrar la fábrica», explica.
La empresaria recomienda empezar poco a poco, ir paso a paso. No es fácil. «Las producciones en el extranjero son grandísimas, aquí tienes que montar un taller y contratar empleados y cada vez hay menos talleres. Recuerdo que hace veinte años nos daban subvenciones para deslocalizar. Ahora sale tan caro fabricar que la gente prefiere comprar fuera».
El festival Clec es una oportunidad para jóvenes diseñadores, que pudieron desfilar junto a consagrados como Custo, Agatha Ruiz de la Prada, Francis Montesinos, Dolores Cortés e Isabel Sanchis. Organizado por Dimova, faltó la industria; sólo había un fabricante de carritos de la compra.
El diseñador tiene otra opción para desarrollar su creatividad y es diseñar para alguna fábrica de textil. El problema es que los fabricantes tienen ciertas prevenciones con el diseñador porque lo extravagante o excesivo no se vende. «Hay un cierto miedo a los grandes creativos. Y los creativos se enfadan porque dicen que no les han dejado hacer lo que querían, me pasa a mí con mi propio equipo de diseño. Cuando les dices que esos estampados son excesivos y que no se están vendiendo, se enfadan, pero es que hay que adaptarse al comprador», añade Cortés.
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El punto de vista de los diseñadores es exactamente el opuesto. Piensan que la industria no apuesta por incorporar el diseño. «La Comunidad Valenciana es una gran generadora de talento en moda. Cada vez son más alumnos los que completan sus estudios y entran a competir con otros profesionales del sector de todo el mundo. Somos grandes exportadores de talento, pero tenemos que pensar en cómo retenerlo. El diseño no puede desarrollarse al completo sin una industria que pueda satisfacer sus necesidades», explica Elena Giménez, coordinadora del departamento de Diseño de Moda en Barreira A+D.
Este distanciamiento se ha agravado tras la pandemia. «Estamos en un momento de cambio en modelos, herramientas y fórmulas que parecían inamovibles.La pandemia ha acelerado tendencias», analiza Mapi Paricio, coordinadora del título de Especialista en Comunicación de Moda CEU Valencia. Cree que pese a contar con diseñadores y creativos de referencia, no han ido de la mano de un tejido industrial que les diera soporte. «Es un momento complicado, pero también de oportunidad para firmas sostenibles, que pongan en valor la artesanía, apuesten por la producción de proximidad y tengan un buen branding». Las firmas representativas de esa forma de trabajar que han encontrado un hueco en pequeñas producciones artesanales, como Isabel Sanchis, que está desfilando en la Madrid Fashion Week, o Adriana Iglesias.
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