Borrar
Urgente Un incendio en un bingo desata la alarma en el centro de Valencia y deja 18 atendidos por humo
El Aliexpress de la lana... nunca mejor dicho @helenemoo
Comprar ropa

Comprar ropa

M. Hortelano

Valencia

Viernes, 18 de octubre 2024, 10:32

Hola capturadores

Esta semana he hecho el cambio de armario, obligada por una pequeña escapada al otoño de verdad. Y siempre que saco de debajo de la cama la ropa que no uso desde el frío pasado aprovecho para hacer una criba y descartar algunas de las prendas que ya no quiero seguir utilizando, otras que ya no me valen o algunas que, simplemente, no quiero seguir manteniendo porque ya no van conmigo. Y eso que de unos años a esta parte, cada vez tengo menos cosas y las que tengo son más básicas, más holgadas y de mejor calidad porque me cambió la mentalidad hace unas cuantas temporadas. Pero, hace unos días me saltó en redes sociales un video que me tocó el alma.

Lo subió a Instagram una chica noruega que diseña jerseys de lana preciosos y suele vender en un kit el patrón de la prenda que ella ha ideado, la lana y los accesorios necesarios para tejerlo en casa. Pero en esta ocasión, había colaborado con una pequeña tienda para vender una serie limitada del jersey que muestra en el vídeo, inspirado en los jerseys que su abuela lucía en los 80, muy coloridos y de lanas muy gustosas. Su intención con la venta de esas prendas tejidas a mano, con lanas noruegas, no era otra que la de inspirar a los clientes a comprar mejor. A invertir en prendas de calidad que pueden pasar de generación en generación, como le ha sucedido a ella con algunas piezas de su familia. El precio de cada jersey era de 120 euros. Si alguna vez has tejido algo, sabrás que el precio de los ovillos de lana (lana, no poliéster) que necesitas para acabarlo no se va mucho de ese precio y la cantidad de horas que necesitas para tejerlo hace que todo precio se quede corto. Pura artesanía. Prendas que se compran por convicción.

Pero Helene, que así se llama la chica, se encontró las fotos que había utilizado ella misma para vender sus jerseys, en las que lucía sus prendas hechas a mano, en la web de una de esas marcas chinas de ropa barata. La plataforma se las había robado de su perfil de redes y las usaba como foto de producto para vender una copia de la prenda que ella había diseñado y tejido. Pero cada jersey, confeccionado de manera industrial, en un perfecto 100% poliester (plástico) costaba 20 euros. Para terminar de martirizarse, Helen decidió comprar una copia de su prenda y mostró en sus redes el resultado. Apariencia similiar, pero acabados lejanos en calidades y, por supuesto, rendimiento. De la ética ni hablamos.

El caso de Helene es sólo un ejemplo más de cómo funciona el mundo de la moda rápida hoy en día. Copias rápidas, tejidos y materiales baratos, mano de obra aún más barata, cero sostenibilidad y una filosofía terrible de prendas de usar y tirar. Entiendo a quienes acuden a ella. Los sueldos dan para lo que dan, pero estrenar cada semana un top no es una necesidad básica. Ni un derecho. Tampoco a los 15 años. Pero a esa edad, la batalla es otra, claro. Si nos hablamos entre adultos, la clave estár en seleccionar, no en acumular. Y dar a las cosas su valor. Pero a las que lo tienen. Que el lujo está cada vez más en lo hecho a mano, o en pequeñas fábricas, con una trazabilidad clara. No en los logotipos.

Cuando quiero comprar una prenda nueva o un complemento, me lo tomo como una decisión. No como un impulso. Cuando algo me gusta, lo dejo reposar al menos una noche. Incluso unos días. Si pasado ese tiempo, aún me sigue interesando, empiezo el proceso. ¿Lo necesito? ¿lo voy a usar tanto como para que sea rentable la compra? ¿dentro de 10 años, lo querré tener en mi armario? Y una extra. ¿Se ha fabricado de manera justa? Si alguna de esas preguntas tiene mala respuesta, suelo descartar la compra. Aunque claro que a veces me compro cosas que no necesito o recurro a la fast fashion para salir del paso. Pero he descubierto que si sigo mi itinerario de compra, acierto casi siempre. Así renové en cinco años casi todos los jerseys que tenía en mi armario. Ninguno llevaba rastro de lana, por cierto. Y muchas de las camisetas (por otras de algodón reciclado). Ahora, tengo prendas lisas, básicas, tejidas en España, (en pueblos de Cuenca en su mayoría), con materiales certificados, que no han supuesto maltrato ni explotación animal ni de suelo. Como las prendas son más caras, las cuido más, las lavo menos y la uso mucho más. Al final, el precio está más que amortizado. Por cada jersey he pagado algo más de 100 euros. Por las camisetas, poco más de 35. Quizá para algunos, un precio desproporcionado. O inasumible para algunas economías. Pero prefiero comprar una prenda de 120 euros, una vez al año, que 10 de 12 euros. No hay que avergonzarse por pagar un precio justo.

Lo hablaba un día con Ángela y Alfonso, la pareja de jóvenes emprendedores detrás de una firma de moda sostenible valenciana, Clotsy Brand. Les contaba que yo ya no compro cosas sin saber de dónde salen, quién y dónde las produce y de qué materiales están hechas. O al menos lo intento. Y en esos estándares nunca entra una prenda que cuesta 10 euros. 'Fíjate, Marta, que a la gente le da vergüenza decir que ha pagado 120 euros por una prenda hecha de manera sostenible, pero no les da apuro decir que han pagado 5 euros por una camiseta', me vinieron a decir. Y es totalmente cierto. A las personas nos encanta quitarle valor a las cosas. Nos da vergüenza decir que algo nos ha costado dinero. Sin embargo, las gangas las aireamos a los cuatro vientos. Pero de ahí a creer que detrás de los 5 euros de tu nueva adquisición hay algo de normal, hay un abismo. Eso sí, las prendas caras tampoco están libres de culpa. Que las hay simplemente con precios hinchados, pero fabricadas en precario y con materiales de dudosa procedencia.

Desde hace un tiempo, he aprendido a tejer y he perfeccionado mis bordados (que aprendí a hacer de pequeña). Así que sé perfectamente lo que cuesta hacer algunas cosas y el valor que tienen para quienes hemos comenzado a introducir en nuestras vidas la durabilidad emocional. Esa que sólo tiene un jersey de lana que heredaste de tu madre, y que tejió tu abuela. O ese bolso de piel y los zapatos para los que ahorraste meses, y que ahora cuidas tanto que aún guardas dentro de la caja. Además, me leí el libro de Marta Riezu, 'La moda justa' (lo abro mil veces para consultarlo) y puse en marcha esa invitación a vestir con ética. Y entendí que vestirse con lo primero que uno pilla tiene consecuencias. «Vestir no es un acto políticamente irrelevante», viene a decir la autora. Cada año se fabrican en el mundo 100.000 millones de prendas de vestir, a pesar en este planeta sólo vivimos 8.000 millones de personas. Qué cosas.

Emprender el camino de la moda justa, como lo hemos comenzado a recorrer algunos ya con la alimentación o con nuestro modo de vida, requiere de una nueva mentalidad. No se hace de hoy para mañana. Se empieza mirando las etiquetas, como los ingredientes de un producto del supermercado. Se sigue acudiendo a los básicos, como cuando se compran los ingredientes para hacer una receta, en lugar de comprar el plato precocinado. Reutilizando prendas, como cuando reaprovechas ingredientes que han quedado por la nevera para elaborar un plato de pasta riquísimo con sobras. Reparando, porque a veces las prendas se pueden arreglar en una modista. O incluso darles una nueva vida con unos pequeños cambios de color o de forma. Y se continúa tratando de pagar unos precios justos por productos con una trazabilidad, del mismo modo que nos gusta comer verduras de proximidad sin pesticidas. Con una camiseta es lo mismo. Poco a poco, sin reprender a nadie. Porque a ninguno nos gusta que nos regañen o que nos señalen por comprar fast fashion, comida rápida o galletas ultraprocesadas. Pero sí te invito a darle una vuelta a lo que hay en tu armario. A lo que estás pensando en meter esta temporada. Si encima te digo que sólo usamos el 20% de lo que tenemos, la cosa no parece tan complicada de renovar. Igual así algún día dejamos de ver esos absurdos vídeos en redes sociales en los que la gente hace 'hauls', cada semana, de decenas de prendas cosidas por niños y niñas en países no tan lejanos, que acaban fuera del armario en pocos días. El jersey de Helene, sin embargo, estará en tu armario para siempre. Así que las cuentas salen solas.

El escaparate

Pistas. Y como sé que me vas a preguntar por alguna de las marcas o tiendas donde me compro el tipo de ropa de la que te hablo en la carta, me adelanto a esa inquietud y voy a dejar unas cuantas en las que compro y pienso seguir comprando. En Zubi tienen muy buen punto, en La casita de Wendy vestidos preciosos y jerseys únicos. En Clotsy diseñan cosas muy frescas y los básicos de Thinking Mu me gustan bastante. En Cos me compro camisetas de algodón orgánico regenerado. Ecoalf tuvo su momento para las sudaderas y solían rebajarlas. Por supuesto, compro en Zara, a ver si te crees que esto se cura en un día. Si tú tienes alguna que recomendarme, soy toda oídos.

Jornadas. Si con mi carta te ha sabido a poco y vives en Valencia, el próximo 30 de octubre puedes ir un poco más lejos si te apuntas a la jornada de «Future of Fashion». Ha sido diseñada como un punto de encuentro para la industria de la moda, el sector textil – del que la Comunitat Valenciana es la 4ª comunidad exportadora de España -, aquellas personas sensibilizadas con el consumo consciente, diseñadores, marcas y estudiantes. Las entradas para la jornada se pueden sacar aquí. Y la comisaria es la fantástica Patricia Moreno, que hace que todo lo que toca merezca la pena.

Recomendación. Otra de las tías más listas que se me han puesto delante recientemente es Lorena Macías. Igual por su nombre no te viene nada. Pero, ¿y si te digo que es la persona detrás de la cuenta de redes @hazmeunafotoasi ? Pues hace unos días tuve la suerte de poder hablar con ella porque acaba de presentar un libro (que yo ya me he comprado, obvio). Se llama 'Cien años de mendigram' y aunque se vende como una novela, en realidad es un ensayo en clave de humor sobre la industria de las influencers y el papel de las redes sociales en nuestras vidas. Si te apetece leer lo que me contó la hazme, lo puedes hacer aquí.

Nosotras, las menopáusicas Rodrigo Parrado

Podcast. Hoy, 18 de octubre se celebra el día mundial de la menopausia. Con este proceso por el que todas las mujeres vamos a transitar algún día ha pasado lo mismo que con casi todo lo que tiene que ver con nosotras. Que hemos pasado de no hablar de ello a que nos bombardeen con todo tipo de información, productos, necesidades. Tanto, que si estás en esa etapa o a punto de llegar a ella. O simplemente tienes curiosidad por informarte, se ha hecho bastante complicado separar el grano de tanta paja. Suerte que mi compañera Andrea Morán ha hecho ese trabajo por todas nosotras y ha capitaneado a un equipo de periodistas en ABC para poner un poco de criterio en esto. Y se han marcado un podcast muy necesario llamado 'Nosotras, las menopáusicas'. Tiene cinco episodios el primero, que puedes escuchar aquí, es toda una declaración de intenciones. ¿Será que nuestra menopausia está en venta?, se titula. Gracias por hacerlo.

Gat-checking: periodismo de gatos

Haciendo el cambio de armario M. H.

Ayúdame: Esta carta sólo llega por correo, no la encontrarás en ningún sitio más. Comparte si quieres algo de esta newsletter en tus redes y etiquétame o usa el hashtag #capturadepantalla para ayudarme a llegar también a tus amigos. Tienes todas las cartas ya enviadas aquí guardadas por si quieres ver el género antes...

Suscríbete: Si has llegado aquí porque alguien te ha hecho llegar esta newsletter, puedes apuntarte para que te llegue la semana que viene a ti. Lo puedes hacer gratis aquí.

Escríbeme: si quieres contarme algo, estoy en marta.hortelano@lasprovincias.es y no sabes la ilusión que me hace recibir vuestros mensajes.

Gracias por leerme

Marta

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias Comprar ropa