Carlos está en cuarto de la ESO, y estas Navidades tiene que leer tres libros, uno en valenciano, uno en inglés y otro en castellano, hacer un resumen de cada uno, un trabajo en grupo de Tecnología, varias hojas de ecuaciones y logaritmos de Matemáticas, ... algunos problemas de Física… «Aunque estuviera todo el día, festivos incluidos trabajando, no le daría tiempo a acabarlo, no hay derecho», dice su madre, que es profesora en un instituto y sabe de la necesidad de que los docentes se coordinen para no acabar convirtiendo las vacaciones de los escolares en un infierno.
El retraso en los temarios por culpa de los confinamientos de clases han propiciado que los profesores quieran recuperar el tiempo perdido y que haya más tareas escolares que nunca para muchos niños. «Cuando todos estábamos confinados el ritmo podía ser el mismo para todos pero hay alumnos que se han quedado atrás por cierres de aula», dice el director de una escuela. A Carlos le ha ocurrido, ha estado diez días en casa justo a principios de diciembre y su clase lleva retraso, así que estos días de Navidad le toca, a él y a sus compañeros, trabajar más.
Pero, más allá de la situación actual de pandemia, ¿qué dice la normativa legal sobre la conveniencia o no de poner deberes a los niños? La ley valenciana de derechos y garantías de la infancia y la adolescencia que se aprobó a finales de 2019 prohibía el exceso de deberes pero, como en todo, la palabra 'exceso' puede ser muy subjetiva.
La ley valenciana prohibía el exceso de deberes pero, como en todo, la palabra 'exceso' puede ser muy subjetiva
Vamos a preguntar a los padres. La postura oficial de la Confederación de AMPAS Gonzalo Anaya, la mayoritaria en la escuela pública, es tajante: «deberes no». Rubén Pacheco, su presidente, explica que no es asumible que los niños tengan tareas más allá de su horario lectivo. «Son terriblemente injustas y deberían eliminarse por completo, porque nadie entendería que un trabajador, después de hacer sus ocho horas diarias, tuviera que llegar a casa y continuar». Rubén Pacheco cree además que los deberes incrementan las desigualdades, y mientras los niños con padres de educación superior pueden tener ayuda en casa, aquellos menores de familias más desfavorecidas, con padres que trabajan muchas horas fuera o que no tienen formación suficiente no les pueden echar una mano de la misma manera. «Y las desigualdades se agravan». Es más, el presidente de la confederación hace un llamamiento a repensar la pedagogía en el sistema educativo.
Sonia Torrero es presidenta de Covapa, y su opinión es más moderada. «Estaríamos en contra del abuso de deberes y de que se dé algo que no hayan mandado dentro del aula. Sí estaríamos de acuerdo en que fueran tareas escolares como recordatorio y en poca cantidad, porque los niños se merecen en vacaciones estar en familia y disfrutar de su tiempo de ocio». José Antonio Rodríguez Salinas es presidente de la Confederación Católica Nacional de Padres de Familia y Padres de Alumnos (Concapa) de la Comunidad Valenciana, y defiende los deberes con unos condicionantes muy claros: «en una medida proporcionada a la edad, coordinados los profesores para evitar sobrecargas y, en todo caso, deberes que ayuden a consolidar conocimientos sin restar tiempo de disfrute. «Los deberes, no por sistema, sí como refuerzo».
Rodríguez admite que en una situación excepcional como la que estamos viviendo, con aulas confinadas, puede que haya que «ayudar a los alumnos con un refuerzo, pero siempre desde el sentido común, y yo creo que todos los padres lo pueden entender». Y recuerda Rodríguez que la ONU ya publicó un libro hace cuarenta años donde los mayores expertos mundiales en educación exponían que «la línea de trabajo es enseñarles a aprender».
Pero, ¿qué dicen los pedagogos sobre la cuestión de los deberes? Enrique Castillejo es presidente del Colegio de Pedagogos de la Comunitat Valenciana, y cree que con el tema de deberes ha habido demasiadas opiniones cuando, en realidad, «se trata de una cuestión técnica; las tareas escolares, entendidas como una práctica en solitario de ejercicios, absolutamente no». Y pone un ejemplo. «El profesor de esgrima nunca le diría a un alumno que practique en casa con la escoba, porque el efecto no solamente es nulo, sino incluso perjudicial, porque puede llegar a aprender mal». Enrique Castillejo incide en que se han perdido por el camino «cuáles son los objetivos reales de una educación obligatoria, como el despertar la curiosidad por el conocimiento; los contenidos son solamente medios para conseguir esos fines».
Los profesores, sin embargo, siguen poniendo deberes, aunque cada vez más intentan que al menos los más pequeños trabajen otro tipo de competencias, como salir al campo o a un mercado, tener experiencias más allá de las aulas, trabajar en grupo... Algunos padres se quejan de que en muchas ocasiones los deberes les implican demasiado.
¿Y los niños? Después de hacer una pequeña encuesta entre varios niños de Primaria, la mayoría contestan que no les gustan los deberes, que prefieren jugar, dibujar o hacer otras tareas. En Secundaria algunos tienen más interiorizada la necesidad de trabajar en casa, aunque la mayoría lo convierta en una obligación. Y Carlos sabe que sus Navidades no son las que había imaginado.