«Fue entre las cinco y media y las seis de la tarde del 7 de noviembre». La propietaria de la ferretería de l'Olleria donde Jorge Ignacio P. J. compró los dos serruchos con los que descuartizó, supuestamente, el cuerpo de Marta Calvo recuerda con exactitud el momento en el que el presunto homicida entró en su establecimiento, aunque no notó un comportamiento anormal y asegura que fue una transacción bastante rápida al pagar su compra en metálico.
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Lo primero que le llamó la atención en la fría tarde de ese jueves fue que Jorge Ignacio adquirió una sierra de hoja ancha «que no se vende desde hace muchos años». Esta sierra tiene un precio aproximado de 34 euros. «También pidió y compró un serrucho para cortar hierro», que tiene un coste aproximado de 3 euros. Desde este negocio explicaron que Jorge Ignacio no adquirió ningún producto más. Finalmente, la persona que atendió al hombre ahora encarcelado afirmó que no le llamó la atención el modo de actuar del hombre: «Se comportó con normalidad en todo momento», explicó, y agregó que apenas estuvo cinco minutos en su establecimiento.
Se da la circunstancia de que entre la ferretería en la que adquirió los serruchos y la vivienda que ocupaba en la calle Isabel la Católica apenas hay algo más de medio kilómetro de distancia, lo que supone un paseo de menos de diez minutos en el caso de haber ido al domicilio que ocupó para coger algún tipo de objeto. Antes de ir a la ferretería, y también en l'Olleria, Jorge Ignacio adquirió dos paquetes de bolsas de basura negras de tamaño grande y guantes de látex en un supermercado.
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Hace aproximadamente un año y medio, la madre de Jorge alquiló una vivienda para su hijo en l'Olleria, donde éste residió sin llamar la atención ni causar ningún tipo de problema de convivencia. El acusado repartía su tiempo entre esta casa y la de Manuel.
De hecho, en l'Olleria se hacía pasar por un estudiante universitario y lo consideraban un joven detallista y educado, ya que incluso había traído algunos detalles de sus viajes a la familia que le alquiló la vivienda y con quienes había compartido sobremesa.
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El propietario de la misma, en declaraciones a LAS PROVINCIAS, recordó que el domingo 10 de noviembre, tres días después de la última señal emitida por el teléfono de Marta Calvo, fue la última vez en que vio a Jorge. Ese día iba acompañado por su madre. Poco después, y al ver el cariz que tomaban los acontecimientos, fue cuando decidió contar lo que sabía ante la Guardia Civil.
Tras la huida de Jorge, la Guardia Civil pasó toda la mañana del jueves 28 de noviembre registrando la vivienda de l'Olleria.
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