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Bares cerrados y con carteles para el alquiler en el centro de Valencia. Ivan arlandis

La pandemia estrangula el centro de Valencia

Decenas de bares y comercios del casco antiguo de Valencia bajan la persiana | Acorralados por las restricciones de aforo y los elevados alquileres, el 50% de los hosteleros de Valencia no seguirán abiertos en enero

Mar Guadalajara

Valencia

Lunes, 9 de noviembre 2020

Subir por la calle de la Paz admirando los llamativos escaparates y mostradores perfectamente decorados, o llegar a la Reina, cruzar hacia el Carmen y asomarse a las grandes cristaleras a través de las que ver a la gente tomando café, el ajetreo en la barra o a los camareros preparando las mesas antes de la hora de comidas; es ya un entretenimiento del pasado. Ahora el paseo es desolador. Persianas bajadas, locales arrasados, vacíos, tapiados o forrados con páginas de periódicos y revistas. Ahora todos llevan el mismo nombre:'Se alquila' encima de un número de teléfono. De esos bares, de esas cafeterías y restaurantes no quedan ni los restos del cartel con sus nombres.

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El Restaurante Terraza La Cava, pasando el Mercado Central, pronto será un estudio de arquitectos; a pocos metros, ya en la calle San Vicente Mártir, el Restaurante Bruselas, aún conserva la carta en el cristal. De camino a la plaza de la Virgen, se suceden los bajos vacíos. En la calle Caballeros, el bar Tapas & Copas mantiene el cartel de «cerrado temporalmente», junto al que ahora está el de «se alquila».

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En esa misma calle, está el bar Pepita Pulgarcita. Dentro, 73 jamones, decenas de botellas de vino, embutidos y barriles de cerveza que desde marzo quedaron intactos y siguen echándose a perder. «Compramos todo el género para Fallas, hicimos una compra importante, y ahí se quedó desde el 15 de marzo no hemos vuelto a abrir», dice la propietaria del local, que hace poco colgó el cartel. «Estábamos esperando a ver si mejoraba pero ya no puedo más, cerramos definitivamente».

Sin terraza y con las restricciones al aforo, a ella no le ha quedado otra opción. Abrir la persiana del bar le cuesta 10.000 euros, un coste que tras los meses de confinamiento ya no puede asumir. «No tengo otra opción, es una barbaridad, los gastos nos han hundido. El dueño del local no ha sido flexible con nosotros, no nos ha perdonado ni una, ni siquiera nos ha bajado el alquiler. Tampoco nos ha ayudado el Ayuntamiento, porque no nos concede terraza, así que te dejan sin nada, ya no tenemos ahorros porque durante todos estos meses cerrados, hemos seguido pagando alquiler y gastos», relata.

Como ella, muchos de los hosteleros del centro están acorralados entre las restricciones por el aforo para atajar la pandemia y los elevados costes que asumen para poder mantenerse en pie. «Las restricciones del Consell sobre la hostelería hacen cada vez más más inviable poder levantar las persianas sin ayudas económicas que compensen las pérdidas que nos están abocando a la ruina. Hasta ahora, el seguir a flote nos está costando dinero del bolsillo», declara Joan Tomás Estalrich. Portavoz Coordinadora de la Hostelería de los Barrios de Valencia, que describe la situación del sector como «alarmante y desesperante».

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Según augura, la hostelería podría ser un sector de riesgo para los bancos, después de perder el músculo financiero para soportar la crisis del coronavirus. «Nos adentramos en un terreno peligroso y las autoridades no pueden dejarnos abandonados y esperar a que el sector entre en quiebra y sea demasiado tarde para rescatarlo. Tienen que tomar decisiones técnicas y económicas ya, aparejadas a las restricciones derivadas de la crisis y necesidad de frenar la curva sanitaria, porque esto empieza a ser lo más parecido, para nosotros, a la orquesta del Titanic. Nos estamos hundiendo y muchos, por desgracia, ya lo han hecho».

El barómetro que realizó la propia Coordinadora de Hostelería estima que la mitad de los hosteleros de la ciudad no resistirán más allá del mes de enero y cuando bajen sus persianas lo harán para siempre. «Con el toque de queda y las limitaciones de aforo, el porcentaje será mucho mayor y la capacidad de aguante se abreviará en el tiempo». Más de un 12% de ellos no llegaron a abrir las puertas desde el primer estado de alarma.

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El centro de la ciudad se vacía poco a poco. La crisis sanitaria trae la ruina de quienes hace tiempo que perdieron la esperanza. El centro de la ciudad es donde se está sufriendo las consecuencias de la pandemia de forma más cruda, posiblemente los que más la sufren son los hosteleros, sin duda tienen más limitaciones de horario, de aforo, y sin el turismo que antes acogía el centro no pueden abrir», comenta Jorge Caruana, director de Agencia Retail de Olivares Consultores, encargados de mediar entre el dueño del bajo y el del negocio. Desde el inicio del confinamiento el diagnóstico para el sector ha empeorado, y Caruanda asegura que han cerrado entre el 20% y el 30% de locales «y seguramente ya no puedan volver a aabrir», añade el directivo.

La demanda de este tipo de locales ha caído hasta quedarse en cero. «Nadie se atreve ahora a meterse en una renta en el centro para abrir un bar». Quienes ocupen su lugar serán grandes cadenas de comida rápida o «operadores del sector del hogar».A pesar de todo, los precios de estos bajos comerciales no están subiendo, según explica Caruna «las rentas se están ajustando a la baja», pero aún así, el metro cuadrado en el centro oscila los 100 euros. «No hay subida en los precios, pero pagar 100.000 euros al mes sin poder rentabilizar ese espacio por las restricciones de aforo, es buscarte la ruina».

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Testimonios

  • Propietaria del Bar Pepita Pulgarcita «No he tenido otra opción. Ni el dueño del local nos ha perdonado una, ni el Ayuntamiento nos ha concedido la terraza para poder trabajar»

  • Joan Tomás Estalrich | Coordinadora de la Hostelería «El seguir a flote nos está costando mucho dinero del bolsillo y poco a poco la capacidad de aguante es menor, muchos ya se han hundido»

  • Jorge Caruana | Director agencia Olivares Consultores «En los últimos meses han cerrado entre el 20% y el 30% de los locales de hostelería del centro y la mayoría no podrá volver»

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