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Lili Fernández recepciona una pelota.
Lili Fernández, la madre olímpica

Lili Fernández, la madre olímpica

Doble desafío. Asume el reto de intentar clasificarse para París 2024 en voley playa tras dar a luz, algo que ya consiguió con su primer hijo en los Juegos de Tokio

Viernes, 7 de octubre 2022

Liliana Fernández va por el tercer cajón. Ya lo hizo con Saúl y ahora lo repite con Óliver: está creando un banco de leche materna del que echará mano Eduardo, su marido, para alimentar al segundo hijo de ambos mientras ella viaja por el mundo persiguiendo su cuarto sueño olímpico. Cuando suena el despertador, lo primero que hace a diario es amamantar a su bebé de cuatro meses. Después realiza una extracción para congelarla. A partir de ahí empieza una trepidante jornada con la exigencia de conciliar la vida familiar con la de una deportista de élite.

«Esta vez tuve la suerte de que mi suegra iba a cambiar los electrodomésticos y disponía de un congelador... Pero con Saúl no podíamos tener otros alimentos, sólo leche materna», explica. Igual que en la clasificación para Tokio, en enero le tocará dejar al bebé en brazos de Eduardo, que en esta ocasión también tendrá a cargo a Saúl, de cinco años. Iniciará una carrera de 18 meses de torneos por todo el mundo con el objetivo de clasificarse para París 2024. Esta vez su compañera de viaje será la también alicantina Paula Soria. Elsa Baquerizo, su pareja desde 2017, se retiró después de Tokio. Ahora está embarazada.

Porque la conciliación para las deportistas de élite sigue sin ser sencilla. «Y yo tengo que agradecer el apoyo del Comité Olímpico, de la Federación de Voleibol y de mis patrocinadores: Iberdrola, UCAM, Proyecto FER...», apunta la deportista de Benidorm. Pero aun así el precio que tiene que pagar es elevado: «Ten en cuenta que en otras actividades profesionales puedes reducir las horas de trabajo. Aquí sabes lo que has de hacer para cumplir los objetivos, y aun así nadie te lo asegura porque tienes enfrente a unas rivales, puedes lesionarte...»

Pero ella ha asumido el desafío. «A veces tengo que parar un entrenamiento en el gimnasio o en la playa porque a Saúl le toca una toma. O se pone a llorar, aunque en ocasiones me ayuda a atenderlo alguna compañera», explica Liliana. Afincada en Tenerife desde hace años, está en su particular pretemporada: «Me está costando un poco más que con el primer embarazo. Los años pasan para todos». En pocas semanas llegará Paula Soria, hasta ahora afincada en Alicante. Entonces intensificarán el trabajo para competir en enero.

Será la hora de la verdad de la que, promete, es la última carrera olímpica de Liliana Fernández: «¿Después de París? Otro embarazo tal vez, pero esto ya te digo que no. Ahora tenemos que hacer malabares con mi agenda, la de Eduardo..., y Saúl ya la empieza a tener con sus extraescolares. ¡Cuando llegue la de Óliver, se va a complicar todo en exceso!»

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