Urgente Óscar Puente anuncia un AVE regional que unirá toda la Comunitat en 2027
Amparela Benlliure, en su estudio de Art Consulting. Iván Arlandis

¿Quién es Amparela Benlliure?

Se ha convertido en una autoridad en el asesoramiento a coleccionistas, pero no lo ha tenido fácil. «He llevado cubos de agua en una feria en Londres», explica esta agente cultural, que traía como bagaje haberse criado en una familia de empresarios valencianos que triunfó en la industria del mueble

Lunes, 16 de marzo 2020

Se crió en una familia tan creativa que su nombre, María de los Desamparados -como valenciana de cuna lo heredó de su madre y su abuela-, se transformó desde bien pequeña en Amparela. Estaba claro que con esa carta de presentación estaba destinada a llevar una vida fuera de lo común. Ella eligió el difícil mundo del mercado del arte contemporáneo, y después de muchos años de trayectoria, muchas alegrías y algunos tropiezos se ha convertido en una voz autorizada como agente cultural, quizás porque detrás hay mucho trabajo, mucho estudio y una ración extra de humildad.

Publicidad

-Desde luego, sus padres eran muy creativos, sólo el nombre lo dice.

-No sé si fue por Vampirella, pero desde pequeña me llamaron así. A veces no tengo ni que decir el apellido, me conocen por el nombre, pero de pequeña sí me causaba muchos problemas porque nunca se entendía bien.

-¿En qué ambiente se crió?

-Mi padre es un artista, ha sido diseñador de muebles, algunas de sus creaciones llegaron a salir incluso en la película 'Tardes con Gaudí'. Mi madre siempre ha sido empresaria, su familia creó la empresa de muebles Baixauli, fundadores de la Feria del Mueble. Me viene a la mente siempre bajar corriendo la rampa de la feria para ver qué muebles había diseñado mi padre y que estaban en uno de los mejores stands que se montaban. Recuerdo de pequeña ir a ver exposiciones y a subastas en el Círculo de Bellas Artes, la adrenalina que sentía cuando pujaban por alguna obra, en aquella época siempre pintura valenciana.

«De pequeña recuerdo la adrenalina de las pujas en las subastas de arte»

-El germen estaba ahí, claro.

-Estudié Historia del Arte, pero es una carrera que tiene muy pocas salidas profesionales; la mayoría de gente acaba estudiando oposiciones, se centran en patrimonio y gestión cultural o en turismo. Por mi familia, tenía la sangre de la compra-venta, del comercio, por eso buscaba otra cosa y mi primera oportunidad fue en una galería.

-¿Hasta qué punto ha influido el factor miedo en un sector donde es tan difícil abrirse paso?

-Es un sector volátil y endogámico donde no hay sitio para todos, ni para los artistas, ni para los agentes culturales, ni para las galerías. Más cuando he decidido ir por mi cuenta, con mucha más incertidumbre y mayor riesgo, pero hay que aprender a vivir con eso. A hacer equilibrios y a ver siempre la parte positiva.

Publicidad

-Con la crisis voló a Londres.

-Cuando aterricé fue duro pero, al mismo tiempo, liberador, porque llegaba con la sensación amarga después de que un proyecto tan ilusionante como la galería La Nave cerrara sus puertas. Allí no me daban trabajo, mi nivel de inglés no era suficiente, la experiencia en España no daba ningún crédito… Empecé haciendo prácticas en Pinta, una feria de arte latinoamericano, llevando cubos de agua, arreglando cosas, haciendo un poco de todo.

-¿No tuvo problemas en hacerlo?

-Por supuesto que no. De hecho, tuve la oportunidad de reunirme con Vicente Todolí, que entonces todavía dirigía la Tate Modern, y me dijo: «aquí en Londres que no se te caigan los anillos». Cuando me vio en la feria con una camiseta del staff se alegró. Por suerte, fui abriéndome paso, conocí a muchos coleccionistas y vivir aquello fue muy bonito.

Publicidad

Un sueño por cumplir

  • Los proyectos que no acaban. Amparela Benlliure sueña con poder tener un equilibrio, consolidarse todavía más en el difícil mercado del arte contemporáneo y abrirse a nuevas propuestas. «Por ejemplo, comisariar exposiciones, una actividad a la que siempre le he tenido mucho respeto». Benlliure cree que es una profesión en la que uno no se ha de poner etiquetas. Por eso ahora se dedica, también, a la formación, porque su trayectoria es un ejemplo para los que vienen.

-¿Por qué volvió?

-Aunque no me iban mal las cosas, Londres es una ciudad muy cara, que te come, creo que allí te puedes quedar solo por dos cosas: o porque tienes un supertrabajo fijo o porque tu pareja está allí. La familia, el clima... también fueron importantes para tomar la decisión.

-¿Es difícil que la vocación no ocupe toda su vida?

-Es difícil porque es una profesión de mucho compromiso; solo a nivel local hay cada día una inauguración. Además, con el calendario de citas artísticas puedes estar subido a un avión todo el tiempo. Yo no tengo hijos y en ese sentido soy una alma más libre, pero sí que es verdad que con la edad cuesta más viajar.

Publicidad

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Empieza febrero de la mejor forma y suscríbete por menos de 5€

Publicidad