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La vida social es como una representación de teatro. Tiene su elenco de actores, incluido el protagonista, su director, su relato y su escenografía, desde la más moderna y minimalista a la más barroca. Algunas obras son tan minoritarias, que llegan a muy poca gente ... y se quedan en un círculo de entendidos; otras son populares y corren de boca en boca, llenando noche tras noche enormes teatros.
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Como en los teatros, en la vida social hay cambios de escenario. Si hace unos años, la moda y las tiendas eran el foco que congregaba a la sociedad valenciana, cada vez más son la gastronomía y la cultura quién ocupa ese espacio. Se veía venir desde que cerraron Vuitton y Hermès. En su lugar, las galerías de arte, que hace una década apenas tenían eco social, son ahora protagonistas cada semana. Este año, además, se han inaugurado dos nuevas galerías en Valencia. Ocupan los locales que antes habían sido tiendas de lujo. La galería Alaux, en plena milla de oro, en Poeta Querol; y la galería In Arte Veritas, en Cirilo Amorós, han dinamizado en muy poco tiempo las tardes de los jueves, que ya estaban bastante animadas con las inauguraciones de Rafa Alcón en la Fundación Bancaja o las de Sara Joudi en la Galería Shiras. Si a eso le sumamos la apertura del Centro de Arte Hortensia Herrero, que va a ser un referente internacional del arte contemporáneo, pues ya podemos suponer que el año 24 seguirá en la misma línea, con el arte y la cultura animando las tardes.
La gastronomía es el otro gran decorado del teatro social valenciano. Hace unos años, uno sólo conocía al cocinero del restaurante al que iba habitualmente. Ahora los grandes restauradores son parte del glamur valenciano. No hay evento o fiesta que se precie que no anuncie la presencia de un gran cocinero. Si hace unos años, las tiendas de lujo eran decoradas por los arquitectos más famosos, ahora son los restaurantes. Para muestra, los que abrieron en 2023 en Valencia: Tatel, que sigue la línea de Salvaje con un interior inspirado en los clubes neoyorkinos de los años veinte; Atenea Sky, con su espectacular terraza, los dos con un nuevo concepto en el que sales de cena y luego te quedas a bailar y tomar copas, o los Mercados de la Imprenta y Mercabanyal, siempre animados. Los hoteles también han querido tener su cuota de protagonismo en la vida social y van camino de conseguirlo. El Only You fue escenario de los desfiles de la Mediterránea Fashion Week que, despacito pero con buena letra, también puso color a las tardes otoñales, esas en las que las agendas pasan horas bajas.
La gastronomía, entendida como algo más que 'jartarse' a comer, sino como una forma de socializar e incluso de ver la vida, ha animado a grupos como el de Cuchara de Plata -ya son cerca de un centenar- o la Academia de Gastronomía de la Comunitat. Ellos han dinamizado buena parte de la vida social valenciana y llevan camino de seguir haciéndolo en el futuro.
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Pero hay piezas del escenario de este teatro que no desaparecen, como las tradiciones valencianas. Irán y vendrán los años y los actores, surgirán otros escenarios y escenografías más modernas, pero las fiestas vicentinas, las cruces de mayo, y las fallas por supuesto, no desaparecerán nunca, porque son como las piezas clásicas de teatro, que se representan una y otra vez y siempre con éxito.
Otra de las obras clásicas son las fiestas benéficas, que con una fórmula que apenas ha variado desde que Mayrén Beneyto organizase las galas de Unicef, siguen siendo un pretexto para arreglarse y colaborar con una buena causa. Continuaron animando la vida social las que organiza Sabor Empresarial, a beneficio de Casa Caridad, la que convocó Leticia Valera con su oenegé Kassumay, la cena de IVEFA o la de los Premios de la Orden del Querer Saber, que se celebra desde hace unos años en el Ateneo, otro de los centros que dinamizan la sociedad junto con el Casino de Agricultura. La fiesta que organizó Mayte Spínola, en una masía de la familia Sánchez de León, fue uno de esos eventos privados que se celebran cerca de casa con muy pocos invitados valencianos, salvo -cómo no- Mayrén Beneyto, Presen Rodríguez, Loli Marco y la artista Blanca Martí, cuatro grandes damas de la sociedad valenciana.
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Por lo demás, el año siguió los ciclos temporales, desde los duros meses de enero y febrero, que sólo salvan las presentaciones falleras, a la primavera con las primeras citas en las terrazas, las fiestas de verano como las de Rosa Castellví en su casa de Xàbia o Bodegas Hispano Suizas en Requena, de nuevo el parón de septiembre y vuelta al glamur previo a la Navidad, con las invitaciones de las joyerías o las citas en el Mercado de Colón.
Nos enfrentamos a un 2024 en el que hay que preocuparnos más por Caravaggio que por Armani. De saber distinguir la lubina salvaje de la de piscifactoría. El futuro nos llama a estar más pendientes de la cultura, de las tendencias artísticas, de la gastronomía o de entender algo de vinos que del modelito que le han regalado a la influencer del momento. Sin olvidar nunca que la moda es también cultura. Un Balenciaga original o un vestido de Iris van Herpen son tan cultura como un óleo de Miró o una escultura de Jaume Plensa, los dos con obra en el centro de arte de Hortensia Herrero.
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