Jaime Aguiló.

El éxito de un publicista valenciano en Nueva York

apellidos con talento ·

Decidió irse a la ciudad de los rascacielos sin contactos y sin un buen inglés pero ha encontrado en la creatividad un arma poderosa que le ha llevado a trabajar con grandes empresas

Elena Meléndez

Valencia

Lunes, 19 de septiembre 2022, 00:35

Jaime Aguiló creció en Benimaclet y estudió en las Marianistas de Alboraya. Su historia, tal y como él la describe, fue la típica del chaval inquieto y creativo que siempre estaba dibujando en los márgenes de los libros. Un día, ya adolescente, descubrió que había ... una carrera en la que podía aprender a ser creativo y le picó el hecho de convertirse en publicista y desarrollar de manera profesional todas sus ideas. «Además, un primo mío se dedicaba al marketing y me contaba las campañas en las que trabajaba, me parecía fascinante. Estudié Publicidad en ESIC y en la universidad conocí al que luego fue mi socio, Pau Rodilla, con el que empecé a colaborar en proyectos creativos», explica Jaime.

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En 2010, cuando estaban acabando la carrera, decidieron abrir Maslow, una agencia de publicidad que empezó con dos chavales trabajando juntos en la universidad y terminó siendo una agencia de referencia en Valencia. «En esa época el mercado laboral estaba en un momento complicado y decidimos montárnoslo por nuestra cuenta. Fue bonito y difícil a partes iguales. Al cabo de unos años, se sumaron al proyecto Ana Niño y Marta Álvarez, que trajeron a Maslow experiencia, madurez y visión. Con ellas la empresa despegó», explica.

Corría 2016 cuando, siendo Maslow una agencia ya asentada, a Jaime se le pasó por la cabeza la idea de marcharse fuera de España y empezar de nuevo. Tenía varios amigos del sector como David Navarro, que pasó por Twitter y ahora está en Roblox, o Agustín Soriano, que había sido socio de la agencia Rosebud. «Coincidió que ambos fueron a Amsterdam y luego hicieron carrera en distintos puntos del planeta. Fueron una gran inspiración para mí. Decidí irme a Nueva York, pensé que ya que iba a intentarlo lo iba a hacer en la ciudad por excelencia. No fue la elección más sencilla, no tenía ningún contacto allí y el tema del visado era complicado. No sé si fui valiente o inconsciente, pero todo salió bien».

Sus rincones preferidos

«Me encantan los bares de Nueva York. Mis favoritos son los 'speakeasy' y los clásicos de cócteles. Sentarse en la barra y observar a tu alrededor ya es toda una experiencia. Se genera un tipo de conversación muy especial. Me gusta la comedia, los museos, las exhibiciones. Siempre hay algo interesante en la ciudad».

El primer reto que se le planteó fue el del inglés. Tenía un buen nivel, pero enseguida se dio cuenta de que la exigencia era muy alta. Nueva York pronto le resultó una ciudad muy diversa hasta el punto de que, cuando conocía a alguien nacido en la propia ciudad, le resultaba sorprendente. Fue haciendo amigos nacidos en México, Colombia, Pensilvania o Los Ángeles. En la faceta profesional tuvo que ir con calma. «Al principio es difícil porque el mercado es muy exigente, pero poco a poco te llegan oportunidades. Es un mercado grande y que premia el trabajo duro; el que tiene energía y ganas de trabajar encuentra su sitio». Dos años después de llegar, tras realizar distintas colaboraciones como freelance, entró en Tag Worldwide, una agencia de producción creativa en la que ahora Jaime trabaja dirigiendo equipos creativos que dan servicio a marcas como Ralph Lauren, L'Oreal, DoorDash o Facebook. Sin esperarlo, se encontró en una empresa en la que su experiencia previa en Maslow le resultó muy útil, pues el mercado valenciano genera perfiles diversos.

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En Nueva York mostró mucha iniciativa desde el inicio y asegura que los españoles a veces no estamos acostumbrados a hablar bien de nosotros mismos en lo profesional, pero que somos creativos, valientes y proactivos. «En Valencia yo era creativo, pero también velaba por el crecimiento de mi empresa y sus finanzas, eso enseña mucho. Las multinacionales suelen generar perfiles más específicos, más especializados. Hoy me alegro de que ese no fuera mi caso».

En su casa de Brooklyn siempre hay un colchón hinchable que cada poco tiempo saca para acoger familiares y amigos que van de visita, algo que siempre vive como un placer. Le gusta hacer de guía, pero los anima a ver lo típico por su cuenta para luego mostrarles sus lugares favoritos de la ciudad. «Nueva York es una ciudad para apasionados, si te gusta el cine, la música, la arquitectura, la moda… Sólo pasear por sus calles ya tiene interés. A mí me gusta visitar la ciudad junto a esos apasionados, ya que es una urbe que puede tocar muchas emociones».

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Pese a que Jaime se ha integrado en la ciudad y piensa que su experiencia americana irá para largo, nunca se acostumbra a estar lejos de la familia y de los amigos. «Mantengo la ilusión. Aquí se hacen amistades y se forman pequeñas familias, pero a tu gente de siempre siempre se la echa en falta. Paella valenciana aún no he encontrado, pero buenos arroces sí que he comido. Casualmente, en las mejores arrocerías de la ciudad tienen chefs catalanes», concluye.

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