Las claves de la dieta nórdica, famosa por bajar el colesterol y el azúcar

Existen multitud de dietas para adelgazar con las que se puede conseguir bajar de peso y reducir kilos, pero conviene fijarse bien en la composición de las recetas y en qué ingredientes podemos o no tomar, ya que la clave no sólo es reducir la ingesta calórica, sino mantener unos valores nutritivos mínimos. Para disminuir el número en la báscula no se debe arriesgar la salud, y es un error pensar que comiendo poco o ingiriendo solo ciertos alimentos podemos alcanzar nuestro objetivo y mantenernos sanos.

De hecho, restringirse en exceso o incluso vetar la ingesta de ciertos alimentos puede tener el efecto rebote, producir los temidos atracones de comida, y también hacer que nos cansemos de ella y la abandonemos. Lo ideal, según recomiendan los expertos, es aplicar hábitos de vida saludables que permitan una cierta flexibilidad para poder mantenerlos a largo plazo.

Una de las dietas más famosas es la nórdica, que se ha hecho muy conocida por su efectividad para adelgazar pero también por los grandes beneficios que aporta al organismo. Y es que esta alimentación reduce el colesterol y el nivel de azúcar en sangre, por lo que es perfecta para diabéticos y personas con LDL alto, dos de las situaciones más comunes y problemáticas entre la población española. Pero sus propiedades no acaban ahí, ya que los efectos positivos en el organismo son múltiples:

La dieta nórdica previene el riesgo de sufrir varias enfermedades cardiovasculares, así como la obesidad gracias a su particular mezcla de alimentos como pescado, verduras, y cereales integrales. Además, seguir esta pauta alimenticia reduce las posibilidades de padecer diabetes tipo 2, coágulos sanguíneos, presión arterial y colesterol alto.

Esta dieta es propia del norte de Europa, seguida en países nórdicos como Suecia, Noruega, Finlandia, Dinamarca o Islandia y se basa en productos propios de la zona, como los siguientes:

- Verduras y vegetales: guisantes, coles, ajos, puerros, apios, cebollas, patatas.

- Frutas: manzanas, ciruelas, bayas y frutos rojos.

- Cereales integrales, semillas y frutos secos.

- Leche, yogur, queso y productos lácteos bajos en grasa.

- Tres raciones de pescado azul (sardinas, salmón, atún o caballa, por ejemplo) o marisco a la semana.

- Aceite de colza, girasol o linaza, en lugar de aceite oliva.

La clave en esta dieta es reducir notablemente la ingesta de carne.

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