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BELÉN HERNÁNDEZ
Lunes, 9 de enero 2023, 00:42
Despedirse nunca es fácil. Pero hay veces que pronunciar un «adiós» implica decirse «hola» a uno mismo. No existen las verdades absolutas, A veces es el corazón el que hace el papel de brújula. Otras, los pies caminan de manera instintiva rumbo a lo desconocido al ser conocedores que la ciudad que les vio crecer ya no tiene nada más que ofrecerles. Varios valencianos cuentan cómo la vida les empujó a abandonar su ciudad natal. Sólo el año pasado, 10.000 valencianos eligieron dejar la Comunitat. Ahora mismo, son 160.00 los que residen en el extranjero. Todos ellos tuvieron que abandonar su zona de confort, pero su perspectiva optimista ensalza la frase popular que reza: «Los cambios siempre son para bien».
Sergio Meertens tiene 23 años. En su caso, que abandonara Valencia no fue una sorpresa. «Desde pequeño he sentido la necesidad de moverme y conocer el mundo», confiesa el joven. Se mudó a Dublín en septiembre de 2022. Estudió una carrera que le permitiera suplir sus ansias de desarrollar su vida profesional fuera de España: Negocios Internacionales. Consiguió un puesto en la empresa tecnológica IBM y no dudó en aceptarlo. Hay oportunidades en la vida que si no las atrapas al vuelo no regresan. Sergio lo sabía en cuanto aceptó el cargo. Pero su inquietud por descubrir nuevos países no se contrapone a que anhele su tierra natal. «Adoro Valencia pero lamentablemente en España no hay muchas oportunidades laborales para los recién graduados. Muchos de mis compañeros de clase siguen con contratos de prácticas», lamenta.
Las ganas por descubrir mundo propias de la juventud también es una de las razones que tienen más peso para que los valencianos que acaban de entrar en la vida laboral decidan cambiar de aires. Adrián Cuenca tiene 25 años. Es enfermero y desde que era pequeño tenía claro que quería irse a trabajar al extranjero. «Mi idea inicial era mudarme a Inglaterra, pero como consecuencia del Brexit acabé en Noruega», comenta.
Sergio Meertens | Dublín
Lleva en el país desde finales de mayo de 2021. A pesar de que siempre tuvo claro que quería irse fuera de Valencia, opina: «Vivir en otro país no es tan ideal como lo pintan». Sobre todo, lo que más le duele a Adrián es la imposibilidad de conciliar su vida que ahora está dividida por miles de kilómetros. No es el único valenciano y compañero de profesión que han elegido Noruega como lugar para vivir. Ana Revert, de 24 años, y Alberto Martínez, de 27, también residen en el país. Concretamente, en una pequeña ciudad llamada Hammerfest, «Hay muchas oportunidades para trabajar de enfermero en Valencia.
El problema es la calidad de los contratos, el salario, la difícil conciliación familiar y lo poco que se valora a la profesión», opina Ana. Fue después de la pandemia cuando la pareja se dio cuenta de que el valor que le da España a la profesión se acababa con los aplausos de las ocho de la tarde cuando decidieron darle un giro de 180 grados a sus vidas. Pero no descartan volver a Valencia en un futuro en caso de que les apareciera la oportunidad.
Gunnar Gil tiene 46 años y es ingeniero de comunicaciones. Hizo el Erasmus en Alemania en el año 2000. «Me salió la oportunidad de trabajar en Siemens, pero siempre quise volver a Valencia». Para él, el destino tenía otros planes. Le salió la oportunidad de ser funcionario europeo en la oficina europea de patentes , con una diferencia salarial abismal con lo que cobraría en su ciudad natal. «Ahora mismo lo veo imposible». Su mujer María Asunción González tiene 46 años y también estudió la misma carrera. Lo que le llevó al país fue el programa Erasmus, como en el caso de Gunnar. Trabaja en desarrollo en BMW en Munich. «A lo mejor podría tener una oportunidad en Valencia cuando se abra la planta de Volkswagen. Ambos han pasado el transcurso de sus carreras profesionales con la inquietud de pode r regresar en un momento dado. Aunque Alemania les ha brindado una oportunidad de crecer en lo profesional.
Ana y Alberto | Noruega
En este país también encontró su sitio el valenciano José Aracil. Llegó en 2004 al terminarse las fallas. Estudió ingeniería industrial. «Fue mi empresa la que me ofreció la oportunidad de irme y la verdad es que no me arrepiento, pero no descarto volver», añade.
Más sobre 'tendemos puentes'
Al otro lado del océano, Alejandro Guillamont tiene 46 años. Estudió derecho y conoció a su mujer cuando estaba en el último curso y enseguida se casaron. Le dieron trabajo en el despacho de abogados 'Kennedys'. Se ha convertido en el socio fundador de la oficina de Miami como 'Hub' para Latinoamérica y el Caribe. «Sigo teniendo a mi familia en Valencia, nosotros tenemos 10 hijos y no descartamos volver».
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