clara alfonso
Valencia
Miércoles, 24 de julio 2019, 20:28
Historia, tradición y belleza son tres características presentes en cada una de las zonas verdes de la ciudad del Turia. Estos lugares tan significativos hacen honor a su nombre y se constituyen como unas de las piezas turísticas con mayor encanto de Valencia.
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Los Jardines de Monforte es uno de ellos. Con una extensión de casi 11.000 metros cuadrados, su interior promete un oasis de tranquilidad y sosiego en una de las zonas más concurridas de la ciudad.
El jardín cuenta con obras escultóricas con mito propio, como es el caso de las estatuas mitológicas de Dafnis y Cloe.
Los amantes Dafnis y Cloe se encuentran en el interior de los Jardines de Monforte. En una posición céntrica del antiguo parterre, se presenta una balsa en forma de círculo protagonizada por dos bellas esculturas hechas de mármol de Carrara.
La fuente se encuentra rodeada por una verja de hierro en cuyo centro hay un pedestal prismático con cuatro mascarones que sirven de conducto de agua y sobre este, se levantan las ninfas Dafnis y Cloe. Alrededor de estas esculturas, se reparten otras figuras alegóricas a los cuatro continentes y a dos estaciones: el invierno y la primavera.
La unidad formada por palacete y jardines de Monforte fue construida en 1849, según el proyecto del arquitecto Sebastián Monleón, sobre una casa particular de recreo con el Huerto de Romero situado en la zona extramuros de Valencia.
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Dafnis y Cloe son esculturas originarias del jardín y obra del escultor José Piquer. Ambos simbolizan el descubrimiento de la sexualidad por parte de dos pastores adolescentes.
En 1941 Monforte es declarado 'Jardín Artístico Nacional', quedando bajo la protección del Estado. Más tarde, en 1970, pasa a propiedad municipal, restaurándose y abriéndose al público en 1973, tras la rehabilitación del palacete y del trazado artístico neoclásico del jardín.
Según la mitología, la historia gira en torno a dos bebés que fueron abandonados en un bosque y que crecieron juntos sin conocer el lazo que los unía. Al alcanzar la adolescencia y con ella la sexualidad, se llegaron a enamorar y terminaron casándose.
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El nexo del relato es el camino de aprendizaje de la sexualidad, que les hará pasar de niños a adultos, con el trasfondo argumental de su secuestro y el descubrimiento de sus verdaderos progenitores.
A pesar de representar uno de esos amores imposibles, estas esculturas rodeadas de laberínticos setos, han sido protagonistas de más de un «sí, quiero».
También, la fuente de los amantes es el icono que se utiliza siempre para representar y publicitar la imagen de un jardín romántico que perpetúa su recuerdo. Así, las esculturas han sido inmortalizadas por multitud de pintores y escultores de todas las épocas, por lo que sus imágenes están representadas en todas las posiciones.
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