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Estás en casa tirada en el sofá y ves a tu hija jugueteando con el móvil, viendo fotos de sus amigas, todas ellas jovencísimas de la muerte, con esos cuerpos esbeltos que parecen esculpidos por el mismísimo Miguel Ángel. Con sus melenas al viento, que no necesitan tinte porque la nieve todavía no ha cuajado en ellas. Y tú te encandilas viendo esas fotos porque te da miedo coger tu móvil y verte tú en una foto. ¡Demonios, desde hace dos décadas apenas has visto un par de fotos en las que te veas mona de verdad! Cuando no sale una cana, se descuelga una arruga o un par de ojeras.
Menos mal que siempre nos quedará la memoria, el recuerdo de aquellos años setenta y ochenta, en los que nosotras éramos las jóvenes y tuvimos la suerte de vivir un tiempo de vino y rosas que se esfumó con la llegada del nuevo siglo. Aquellos en los que había cenas de gala; los chicos se ponían esmoquin y nosotras vestidos largos de fiesta. ¡Lo siento hija, tú y tus amigas seréis monísimas de la muerte, pero aquello os lo perdisteis!
Las citas imprescindibles de la sociedad valenciana de los ochenta fueron las cenas de gala de Unicef. Sobre todo en los años que Mayrén Beneyto fue presidenta, entre de 1979 a 1991. Se organizaban, con la ayuda de Mercedes Carreras, en el Alameda Palace, en la discoteca Xúquer e incluso en la Lonja de Valencia. Ellos iban con esmoquin y ellas de largo, con pieles y joyas. «Teníamos un límite de 550 asistentes, no cabían más, y los que no venían se enfadaban conmigo. Me volvía loca para organizar las mesas. Recuerdo que un señor muy conocido me llamó para ir a una cena y me pidió que lo sentase en la mesa de Mari Carmen Suñer (propietaria de la fábrica de helados Avidesa) porque quería presentar a su nueva mujer a la sociedad valenciana. Eso sí, políticos venían todos, daba igual el partido. Joan Lerma, Rafa Blasco o Font de Mora. Venían todos y todos pagaban su ticket».
Marisa Marín no se perdía ninguna de las cenas. «Estábamos los Lladró, los Boluda, Ricardo Casanova y su mujer María, los Sáez Merino, los Gastaldi… Mi marido Ignacio, Pepe Lladró y Joaquín Sáez Merino tenían una gracia tremenda para contar chistes, todo eran carcajadas y risas. En nuestro grupo estaba Lola Boluda, que hacía unas fiestas en Navajas increíbles. Vicente Boluda era tan gracioso y simpático y Carmen Sáez Merino se ocupaba de organizar cenas, era la que movía a todo el grupo. Fueron unos años tan felices, no molestábamos a nadie y lo pasábamos súper bien».
La gala de Unicef se organizaba poco antes de verano. Mayrén se ocupaba de todo. «Conseguía gratis las instalaciones, la cena, los costosos regalos que se subastaban y hasta los artistas que amenizaban el acto. El peletero Amado organizaba el desfile de pieles y Unicef Valencia batía récords de recaudación esa noche», cuenta Miguel Angel Pastor.
«Los mejores años de Unicef están ligados a la figura de Mayrén, que supo tejer toda clase de relaciones, consiguiendo la complicidad y generosidad de la sociedad valenciana», recuerda Amado.
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