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La reforma de la plaza de la Reina es un tema latente que va y viene según conviene al Ayuntamiento de la ciudad. En la presente legislatura se llegó a mostrar una recreación de la futura plaza: una zona con su área peatonal y zonas verdes. Este proyecto no representa nada novedoso si lo miramos con la perspectiva histórica de las diferentes intenciones que ha tenido la ciudad de Valencia con su antiguo corazón de la capital. En 1951 se convocó un concurso de ideas para el que se presentaron 18 propuestas. No se buscaba un proyecto ganador que se llevara a cabo, sino una serie de aunar ideas de profesionales arquitectos para buscar unas futuras líneas maestras para una reforma posterior. Los tres proyectos vencedores coincidían en un aspecto: la plaza de la Reina quedaría dividida en dos zonas y la más próxima a la Catedral sería porticada. Todo ello quedó recogido por Juan Navarro Rodríguez, en su investigación 'Metamorfosis de la plaza de la Reina'.
En las bases del concurso se encuentra un apunte singular pero que deja cierta trascendencia para la perspectiva de ciudad que se quería justo en el ecuador del siglo XX. Se tenían que respetar tanto la manzana situada entre la calle de la Paz y la calle del Mar, como las dos edificaciones que flanquean la calle San Vicente. A partir de ahí, el jurado reconoce varias ideas destacadas con cierta curiosidad. La primera de ellas es que la plaza quede dividida en dos espacios diferentes: el de carácter cívico en la zona de Paz-San Vicente y el religioso ante la Catedral. Otro llamativo punto es que Santa Catalina quede despojada de sus edificaciones próximas al ábside para abrir una gran vía que se dirija a la Lonja, así como la ampliación de la calle Correjería hasta el Miguelete, mejorar la fachada de la catedral, eliminar el tráfico rodado en la zona de influencia del gran templo metropolitano y colocar en la plaza de la Reina elementos ornamentales como fuentes y masa vegetal.
Con esos apuntes previos el proyecto vencedor es el de Vicente Figuerola Benavent (uno de los responsables de la Finca de Hierro). El arquitecto plantea una doble plaza creada con dos edificios que con se adentrarían en la trama libre del enclave. Así se daría una zona libre ante el Miguelete y otra diferente, con una gran fuente en su centro, entre calle del Mar, Santa Catalina, Paz y San Vicente. De esta forma, desde esta segunda zona sólo se vería la fachada original de la Catedral. En el plano de planta del proyecto se puede contemplar esa gran vía que uniría la plaza de la Reina con la Lonja, así como la unión de la actual plaza Lope de Vega con la plaza Manises.
El segundo premio corresponde a Julio Bellot, Enrique Pecourt y Luis Costa, quienes plantean dos opciones en las que coinciden dos propuestas del primer premio: Una zona porticada ante la Catedral y dos edificios salientes para crear esas dos zonas dentro de la misma plaza. La solución A distingue una zona entre San Vicente y Correjería con parking en el centro de la plaza, mientras que la parte más próxima a la Catedral sería una amplia zona peatonal. La solución B plantea ampliar la calle del Miguelete hasta Correjería y una gran escalinata para elevar la división de la plaza ante la iglesia metropolitana. En «Las Premisas a redactar por los autores», que recoge Juan Navarro, se plantea que una zona de arbolado serviría para ocultar la fachada y muros de la capilla del Santo Cáliz en la plaza de la Reina, así como que los pórticos ideados serían «exentos, independientemente de las fachada», así como «sin excesos decorativos» en el resto de la plaza.
El tercer premio estaba ideado por Manuel Romero y Emilio Larrodera y representa el diseño más neutro, en comparación con los otros dos premios.Las fincas a construir y con fachada a la nueva plaza de la Reina reservarían un estilo sobrio, sin florituras ni diseños rompedores y con cerca de seis alturas que implicaba la «necesidad de incluir una serie de ordenanza que limitaran la altura de las edificaciones y que crearan unas condiciones estéticas con el fin de no hacer competencia a las edificaciones histórico-artísticas». La idea de completar los laterales de la plaza con zona una porticada también se encuentra en este proyecto que destacaba por la gran dimensión de una zona verde en el centro de la plaza, según se puede contemplar en las imágenes que incluye Juan Navarro en su investigación.
De estos tres proyectos galardonados más los otros 15 que no obtuvieron premio no se realizaron ninguna obra exacta a seguir por las indicaciones de los arquitectos, sino que sirvieron de base «con la que poder trabajar para la realización de la remodelación», apunta Navarro Rodríguez. Pero sí se utilizaron los proyectos reconocidos para avanzar este trabajo aún inacabado como la demolición de varias fincas en las proximidades de la plaza, así como iniciar el proceso que acabó con la construcción del parking en la zona sur del antiguo corazón de la ciudad de Valencia.
David Sánchez Muñoz, en su libro 'Arquitectura y espacio urbano en Valencia, 1939-1957', recoge dos imágenes de proyectos no premiados en este concurso como el de Manuel Manzano Monís, José Luis Escario y Federico García, quienes plantean una construcción con arcos ante la misma Catedral, y el de José María Iturriaga con edificios clonados a ambos costados y con el lateral de la plaza de la Reina ampliado hasta el punto de integrar al Miguelete en una esquina del nuevo enclave.
Estos proyectos que se quedaron sobre plano, que no atravesaron el papel para hacerse realidad, forman parte de esa Valencia inacabada en la que están las cinco grandes avenidas desde la plaza de la Reina, la gran Basílica para la Virgen de los Desamparados, los rascacielos que no se han construido en Valencia, el aeropuerto de Valencia proyectado sobre la Albufera, los parques de atracciones que estudiaron alzarse en la Comunitat, así como también la 'ciudad jardín' de la burguesía valenciana a medio construir, las diferentes ubicaciones para trasladar la plaza de Toros, los museos que se presentaron pero no se llevaron a cabo en Valencia, la residencia para Franco en el San Pío V o la Ciudad Sanitaria que se estudió construir en la calle Cuenca de la capital.
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