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Valencia tiene construido en pleno centro de la ciudad un edificio inspirado en una construcción alemana de la época de Hitler. Paseando entre San Agustín y Guillem de Castro se puede observar tal resultado. Justo tras pasar el ecuador de mitad del siglo XX se convocó un concurso de proyectos para alzar junto a la actual calle Quevedo el edificio para la Delegación de Hacienda en Valencia. El resultado fue una participación con 32 proyectos bien diferentes y el jurado falló un primer premio y cuatro Accésits. Las propuestas, bien variadas y para todos los gustos. Hoy el Cap i Casal podría haber tenido una construcción muy diferente para Hacienda de la que se acabó alzando. Entre las ideas presentadas se incluía un edificio de cerca de 11 plantas y con una torre decorada por parte de Julio Cano Lasso y Alejandro Blond.
Francisco Echenique y Luis Calvo vencieron el concurso de proyectos y lo hicieron con una idea que el Doctor en Historia del Arte y técnico especializado en patrimonio cultural de la Universitat de València, David Sánchez Muñoz, atribuye a la «pervivencia del influjo alemán» justo al inicio de la década de los 50, todo ello en su libro 'Arquitectura y espacio urbano en Valencia 1939-1957'. Es más, la obra que se alzó finalmente guarda cierta similitud con la derribada Cancillería de Berlín que albergó las estancias principales de Adolf Hitler, en concreto con el Patio de honor todo obra de Albert Speer. En Valencia esa semejanza se encuentra en las cuatro columnas que siguen la línea principal de la fachada y que resguardan una segunda fachada interior en la que están las puertas de acceso al edificio.
En esta construcción también se encuentra esa Valencia imaginada que se quedaron en planos y que por decisiones de políticos y jurados técnicos nunca tomaron forma en la ciudad. 31 proyectos para construir la Delegación de Hacienda de Valencia no vieron la luz, no se pasaron del plano al solar. La magnitud del concurso fue de tal calibre que la revista Arquitectura, del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM), recogió en un número de aquella década los proyectos galardonados por el jurado, tanto el vencedor como los cuatro Accésits que se reconocieron. En estos diseños puestos en valor pero que no ganaron se encuentra uno de Francisco Robles que presentaba una fachada bastante similar a la de Echenique y Calvo, aunque todo de líneas rectas y poca decoración y elemento ornamentales en el exterior.
El trabajo del arquitecto Rafael de Aburto sirve de transición entre el diseño ganador y el similar de Robles y el más rompedor presentador por Julio Cano Lasso y Alejandro Blond. Aburto optó por una fachada sencilla aunque reservaba para la parte opuesta una torre de cerca de 5 plantas. Otro de los proyectos premiados con uno de los cuatro Accésits fue el de Carlos de Miguel y Mariano R. Avial quienes apostaron por coronar, un edificio coqueto de líneas rectas, con un reloj independiente al edificio y que recaía sobre la fachada principal. Si bien es cierto, este proyecto presentaba un pequeño saliente sobre la fachada principal en la esquina de la calle Quevedo y también presentaba un estanque dentro del recinto, en la planta baja.
El proyecto que de verdad pudo cambiar el aspecto de este punto de la ciudad fue el de Cano y Blond. Ambos idearon un edificio diferente, una construcción que hubiera sido icónica del modernismo valenciano y un emblema para abrir las nuevas líneas arquitectónicas para edificios ministeriales. La apariencia sobre Guillem de Castro iba a ser de palmeras, un mosaico al más puro estilo Miró en toda la fachada, escalera al aire y una torre de una decena de plantas. Esta propuesta rompedora apostaba por las líneas más modernas de las premiadas, contando también con un estanque en su planta baja, además de acceso para coches y un garaje.
Ganó la apuesta conservadora, la propuesta que guardaba las líneas de la rectitud y el modelismo de la época. De esta forma, Valencia dejó de tener unas construcciones diferentes para un edificio imprescindible del centro de la ciudad. Estos proyectos no realizados se unen a la larga lista en la que se encuentran otros tantos como la gran Basílica empezada a construir para la Virgen de los Desamparados, los parques de atracciones internacionales que pensaron en Valencia para instalarse, los rascacielos que no se construyeron en la ciudad, el pequeño edificio que pudo quitarle el sitio a la finca de Hierro, una iglesia tan alta como el Miguelete para San Vicente Mártir, las 5 grandes avenidas que iban a partir desde la plaza de la Reina, la inacabada 'ciudad-jardín' de la burguesía valenciana y las ubicaciones previstas para la plaza de Toros de Valencia, entre otros.
La valencia imaginada
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