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Llegó a Valencia en 1969 con «dos maletas de cartón» y el firme propósito de ganarse la vida. Ahora, más de 50 años después, puede presumir de ser un emblema en lo suyo: el vino. Con evidente acento barceloní y orgulloso de sus orígenes, Eduardo ... Mestres nació en Vilanova i la Geltrú pero se identifica como «valenciano de sentimiento»: «Vine con la intención de quedarme», confiesa. Pionero e impulsor del sector vitivinícola en Valencia, Mestres destaca, orgulloso, que nadie le ha regalado nada: «Iba puerta por puerta vendiendo productos, hasta que pude abrir mi primer negocio», explica sobre la época en la que trabajaba como representante de una marca de licores. «Hipoteca a hipoteca», fue haciéndose con cada uno de los cinco locales que tiene ahora, a sus 80 años, en los que vende «alcohol de todo tipo» y deja un hueco especial al producto valenciano. Se describe como un «abanderado y defensor de lo autóctono» y de sus aspiraciones surgieron iniciativas como la asociación 'Els Bodeguers', la entidad PROAVA, de las que fue presidente, y la 'Mostra de Vins i Caves' .
Eduardo cuenta que se las apañó para reunir a 16 expositores en la primera edición del evento, en 1987, que más de tres décadas después ha crecido hasta ser una cita ineludible en el sector y que este año ha vivido su celebración más atípica: desde casa. «El año del 25 aniversario de la Mostra lo dejé», relata. Aunque la cosa no quedó ahí y como es una «hormiguita que va ahorrando» decidió que su última acción en la presidencia de PROAVA, de la que sigue siendo socio, sería montar su sede actual en la calle Baja. «El mismo día que firmamos me quedé también con el local de al lado y abrí el Celler Bouquet», cuenta. Han pasado ya 11 años y su tienda es una de las más conocidas en El Carmen, desde la que abastece a hosteleros de toda Ciutat Vella: «Hice la primera venta del Café Negrito cuando abrió y también proveo al Café de las Horas y al Café de la Infanta, entre otros», comenta. Precisamente, cuando decidió abrir su tienda en el barrio fue «pensando en la cantidad de hostelería que había en la zona»; luego irrumpió el boom de los pisos turísticos y «las ventas fueron todavía mejores», cuenta el empresario.
El contexto que ha cambiado de un plumazo en apenas un año: «Ahora todo ha desaparecido, El Carmen está completamente hundido», observa Mestres. El propietario acusa al cierre del ocio nocturno como la «ruina» del barrio y de los comerciantes de la zona, que cada vez son menos: «Están cerrando bares de toda la vida -relata el propietario-. Con la noche vetada he perdido los encargos de restaurantes y pubs. Ahora sólo se venden los productos más económicos, que son los que buscan los particulares», explica sobre el motivo de su bajada de ingresos. «Todos los meses tengo pérdidas en El Carmen, y no me pasa lo mismo en las tiendas de otras zonas», evidencia sobre el crítico momento que vive el barrio. El empresario opina que la pandemia ha sido el golpe definitivo para un barrio que «se nutría de la noche» y cuyo cierre va causando bajas como fichas de dominó.
Quienes pasan el día a día entre las calles del barrio, como Eduardo Mestres, explican los matices de una nueva realidad marcada por la pandemia. Lee en LAS PROVINCIAS qué sucede en el barrio de El Carmen a través de sus testimonios.
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