![Juan Bonet, propietario de El Cafetín. Así es por dentro el icónico local.](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202102/04/media/cortadas/1603755666283-k9iB-U1304296936443YF-1248x770@Las%20Provincias.jpg)
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A sus 29 años, Juan Bonet regenta El Cafetín, uno de los locales más conocidos del barrio, en la plaza Sant Jaume. «Era esto o irme fuera. Me la jugué y ha salido muy bien», reconoce el valenciano, que estuvo ... a punto de abandonar la ciudad al terminar sus estudios de marketing. Hace ya ocho años desde que abandonó su idea de mudarse a Reino Unido y optó por darle su toque personal a un local mítico y ya de por sí con carácter, que abrió sus puertas en 1978. «Tuvo otros dos propietarios y yo. El anterior lo tenía lleno de dibujos de espermatozoides, he querido conservar los de la fachada», comenta Juan. Ahora, un piano y hasta 17 Barbies de todo tipo y vestimenta (ropa a veces diseñada por él mismo) comparten protagonismo con Sara Montiel, estrella indiscutible del lugar: «Los posters son cartelería original de la película que grabó en Valencia, 'El último cuplé'. Los compré hace años en el rastro», explica orgulloso.
Para él, todo queda en Valencia: «Apuesto 100% por el comercio y productos locales: cervezas, cafés, tapas… Todo valenciano», defiende Bonet. El empresario apela a la falta de unidad en la zona como uno de los principales problemas para poner en alza su valor: «Ruzafa, por ejemplo, se ha autocreado como barrio multicultural. Aquí no nos ponemos de acuerdo», expone. Además, asegura que «la hostelería aquí ya no es lo que era». «El Carmen era fiesta y risas hasta las tantas, ahora es más barrio», define. Antes de la aprobación de la ZAS el pasado 2019, «el local cerraba a las 3.30h, y de ahí pasamos a las 01.30h», cuenta el propietario.
El coronavirus ha sido el estacazo definitivo, una crisis «extremadamente devastadora que se está llevando a muchos locales con las restricciones, lo que supondrá cargarse el barrio», asevera. «Si sólo ves una terraza en una zona no te quedas, la gente va donde va la gente. Que estén cerrando negocios es la ruina de El Carmen. Que haya menos ruido no es algo bueno, es que el barrio se hunde», concluye. Asegura que mantenerse a flote durante el confinamiento ha sido «una locura»: «Los impuestos simplemente te los aplazan. Cero ingresos y los mismos pagos». «Ha sido duro y el Carmen ya no es lo que era. Pero tenemos suerte, sobrevivimos», resume.
Quienes pasan el día a día entre las calles del barrio, como Juan Bonet, explican los matices de una nueva realidad marcada por la pandemia. Lee en LAS PROVINCIAS qué sucede en el barrio de El Carmen a través de sus testimonios.
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