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En veinte días frenéticos, la EMT saltó por los aires. La falta de comunicación interna, el descontrol existente entre los altos cargos de Correo Viejo, la plaza donde tiene la sede la empresa, los silencios obligados por una presunta cláusula de confidencialidad y un rosario de trabajadores de vacaciones permitieron una sencilla pero efectiva estafa que provocó el robo de más de cuatro millones de euros, que terminaron en dos cuentas del Bank of China en Hong Kong. Veinte días en los que las reticencias de la empleada engañada y las tímidas reservas del banco no evitaron ocho transferencias de medio millón de euros cada una de media que han creado un agujero importante en las cuentas de la empresa municipal y han provocado un terremoto político que amenaza con llevarse por delante, al menos, al gerente de la EMT, que estuvo físicamente en la sede de la entidad durante la mayor parte del robo.
Ahora, con los correos intercambiados con la trama, la declaración ante el juzgado de la directiva despedida y el informe de Caixabank en la mano, LAS PROVINCIAS traza una completa cronología que evidencia los veinte días de dudas, silencios y descontroles varios que permitieron el millonario fraude.
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Es muy temprano cuando el teléfono de Celia Zafra suena. En la pantalla aparece «Anonymous». Al otro lado de la línea un hombre que habla en castellano sin acento se identifica como Javier Parada, abogado de Deloitte. Zafra expresa sus dudas porque ella solía hablar con otro letrado de la consultora, pero el estafador le convence de que el tema es independiente. En las seis horas que median entre las 11 y las 17 horas, Celia Zafra firma una cláusula de confidencialidad, se convence con un correo de Grezzi, contacta con Bankia y Caixabank y ordena la primera transferencia: 343.000 euros salen de la empresa a las 17.01 horas.
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Dos días más tarde, Zafra envía los DNI de sus superiores, en el convencimiento de que en la gestión está implicada la concejalía de Movilidad que dirige Giuseppe Grezzi. Además, le llega la segunda factura por valor de poco más de 300.000 euros, aunque los estafadores ya habían preguntado si podían hacer pagos más grandes.
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Celia Zafra es contactada por Caixabank, que le dice que la firma de la jefa de gestión, María Rayón, que aparece en las facturas no coincide con la del DNI y que ha de ir a cotejarla. Zafra lo transmite por Whatsapp y recibe como respuesta un escueto «ok».
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La comunicación entre los estafadores y Celia Zafra continúa. La trama le pregunta si pueden hacer una transferencia por el 60% del valor total (más de 11 millones), pero Zafra pone pegas. En esa jornada se realiza la tercera transferencia y desaparecen otros 458.000 euros. Pero lo más llamativo es que es entonces cuando vuelve Josep Enric García, gerente de la empresa, de vacaciones hasta el momento. La directiva dice al supuesto abogado que puede ir a coger su firma en primera persona, pero la trama insiste: no puede hablar del tema con nadie dentro de la empresa. Zafra les cree.
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Envalentonados, los estafadores le exigen a Celia Zafra su DNI, en teoría para hacérselo llegar a la Comisión Nacional del Mercado de Valores. Pero Zafra plantea más dudas: el banco le insiste en que tiene que llevar las facturas originales al banco, tal como le reclaman desde Caixabank, pero no recibe respuesta. De hecho, los estafadores obvian esta cuestión y, sin que se sepa si median más llamadas, emiten la cuarta factura: 481.000 euros. En cinco días efectivos, de la empresa han desaparecido 1,6 millones de euros, aunque el primer día ya querían sacar seis de golpe, como es habitual en estos casos.
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Según su declaración ante el juez, el día 11 de septiembre Zafra le dice al falso abogado que no se siente cómoda trabajando así y los estafadores le dicen que si quiere hablar con Grezzi para tranquilizarse. Ella lo rechaza.
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El día 12 de septiembre, se emite la sexta factura, que llega firmada por García Alemany y Rayón, aunque esta segunda estaba de baja. Es la más alta hasta el momento: casi 700.000 euros, lo que evidencia que los estafadores se van envalentonando y cada vez se ven más seguros.
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El día en que se hace efectivo ese pago de casi 700.000 euros, Zafra propone cambiar de banco «para no hacer tantas transferencias con el mismo». Los estafadores lo rechazan porque, según declaró ella ante el juez, «los bancos son muy cotillas y la cláusula de confidencialidad lo impide».
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Continúan las transferencias emitidas a dos cuentas del Bank of China en Hong Kong. En este caso, la trama saca de la empresa 572.000 euros. Quedarán, todavía, tres pagos más hasta los 4,04 millones finales.
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El 17 de septiembre será un día clave para la trama, aunque cuando a las 9.42 horas Celia Zafra pide la carta de pago de la siguiente transferencia aún no lo sabe. Ese día vuelve a trabajar el gestor de la cuenta de la EMT en Caixabank, que comienza a hacer algo que cambiará por completo la investigación: pone en copia de los correos que se intercambia con Zafra a María Rayón, que está de baja. El reconocimiento de Grezzi en el pleno monográfico del tema de que la jefa de gestión mantenía funciones laborales desde casa destapa una posible irregularidad, aunque en su declaración del martes Rayón dijo que no leyó el correo hasta el 1 de octubre.
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Ya con el gestor en su puesto, desde el banco insisten en las facturas originales, como se ha hecho en otras ocasiones. Zafra no hace ninguna referencia a esta petición en los correos que se intercambia con los estafadores y las transferencias aun continuarán hasta el día 23 de septiembre.
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El jueves 19 llega una nueva factura por valor de 550.000 euros. Se alcanzan así los 4,04 millones finales, aunque los estafadores aún intentarían, el último día, sacar otros 700.000 euros. Las dudas de Zafra y del banco comienzan a ser insostenibles, tal como explicó ella ante el juez.
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Nueva comunicación del banco, que insiste en las facturas. Destacan «controles internos» para pedir los documentos, dentro de su labor contra el blanqueo de capitales. Ese mismo día, sin embargo, se realiza la octava y última transferencia al Bank of China.
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El último día todo se precipita: Zafra pide los originales, pero como no recibe respuesta de los estafadores, envía las facturas que tiene al banco; se emite una novena factura de 700.000 euros que no será cobrada; la directiva firma un documento bancarioque cambia el país habitual con el que hacer operaciones... y se descubre todo el fraude. De hecho, Zafra relató una escena casi de película en la que mientras imprimía los correos electrónicos, Virginia Álvarez y Esmeralda Aparisi entran en su despacho y escuchan en el manos libres una llamada del presunto abogado. Además, Rayón pregunta, cuando Zafra le llama, si las transferencias son «para pagar los autobuses chinos».
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