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El barrio de La Isla: antes perdida y ahora afortunada
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Perteneciente al distrito de Algirós, este bloque de edificios se levantó en los años 60clara alfonso
Valencia
Jueves, 8 de agosto 2019, 13:09
Limitando al norte con el municipio de Alboraya, al este con los Poblados Marítimos, al sur con Camins al Grau y al este con Benimaclet y el Pla del Real, se encuentra el distrito número 13 de la ciudad de Valencia: Algirós.
El distrito no nació de un antiguo núcleo de población como ocurrió en otros casos (Benimaclet, Campanar, Benicalap, Ruzafa), sino que surgió de la expansión de la ciudad hacia el este sobre la huerta. En la actualidad, está compuesto por cinco barrios: L'Illa Perduda, Ciutat Jardí, Amistat, La Bega Baixa y La Carrasca.
L'Illa Perduda está situado al este de la ciudad. Sus límites se encuentran al norte con La Carrasca y Beteró, al este con Cabañal- Canyamelar, al sur con Ayora y al oeste con Ciutat Jardí. Asimismo, limita al norte y al noroeste con la avenida de Vicente Blasco Ibáñez, la calle de Crevillente, la calle de Campoamor y la calle de Pedro de Valencia; al este con la calle de Serrería; al sur con la calle de los Santos Justo y Pastor y, al oeste, con la calle del Músico Ginés.
La huerta de Algirós fue una zona escasamente poblada hasta el siglo XX. Hasta el siglo XIX no se conocería ningún suceso de relevancia histórica, cuando tropas del Mariscal Suchet se establecieron en la ciudad durante la invasión francesa.
También destacó la aparición de las vías de Valencia a Tarragona, la estación del Cabanyal y la construcción de la estación de la Compañía Central de Aragón. Fue relevante la construcción del primer campo de fútbol en el que jugó el Valencia C.F., inaugurado el 7 de diciembre de 1919. Ese campo fue el que se utilizó hasta la construcción de Mestalla en 1923.
La urbanización y destrucción de la huerta comenzó en 1928 con la creación del barrio La Amistat, pero sobre todo cuando se emprendió el proyecto del paseo de Valencia al Mar. A partir de los setenta, debido a la gran fiebre urbanizadora, se construyó en el campo, del cual se conservaron pequeños restos hasta 2006, cuando una iglesia cubrió el último tramo del camino de Algirós, una antigua vía que partía del cauce del Río Turia y recorría la huerta hasta introducirse en el Cabanyal, cerca de la antigua estación de tren.
El camino Algirós se conocía también como 'Camino Nuevo', debido a que era más joven que el Camino Viejo del Grao y el Camino Hondo del Grao.
Para entender el significado del nombre que recibe el barrio es necesario remontarse a 1962, año en el que se inauguraron un conjunto de bloques iguales en medio de la huerta de Algirós.
Se trataba de una construcción con viviendas de realojo, que irían destinadas a eliminar el chabolismo y a acoger a las personas perjudicadas por la riada de 1957. El proyecto significaría, también, el principio del fin de la huerta de Valencia, que comenzaría a perder terrenos hasta convertirse en inexistente tres décadas más tarde. Poco tiempo después se construiría el polémico paseo de Valencia al Mar (hoy Blasco Ibáñez), que enlazaría la ciudad con los Poblados Marítimos.
La relevancia de 'L'Illa Perduda', ahora 'L'Illa' o 'La Isla', reside en el simbolismo de una ciudad huertana. Se conoce como la primera brecha en los campos, que poco tardarían en perder su identidad insular cuando empezaron a germinar edificios a su alrededor.
El cambio que ha sufrido el barrio ha sido drástico: aquellos pisos situados entre las calles Crevillent y Alguer pasan desapercibidos para quienes no vivieron aquella época. El islote urbanístico ha sido íntegramente devorado por un mar de cemento. Donde antes solo pasaba una acequia, ahora hay 12 jardines, colegios, un Centro de Salud, estación de bus y una línea de metro. La Isla Perdida es y será un testimonio claro y simbólico de la transformación que ha sufrido Valencia en los últimos 40 años.
La Isla Perdida ha pasado de ser un barrio que estaba en medio de la nada, a estar en una de las arterias más importantes de la ciudad, la avenida Blasco Ibáñez. En la actualidad, gracias al esfuerzo y empeño de la Asociación de Vecinos de la zona, el barrio ha perdido el apellido de 'Perdida': ahora se conoce como La Isla.
«Nos ha costado mucho conseguirlo. La reivindicación, la insistencia y la pelea constante con el Ayuntamiento de Valencia es lo que hizo que se nos denominara por lo que somos hoy y no por lo que fuimos en 1970», comenta Fernando, un vecino de La Isla que se sintió muy implicado en la causa.
Según los datos registrados, se trata de uno de los nuevos barrios que más y mejor ha crecido y evolucionado en las últimas décadas: ha pasado de ser un barrio repleto de solares atravesados por una acequia de Mestalla, una vaquería, una cuadra de galgos y una fundición, a poseer 12 jardines con sus respectivos parques infantiles; dos centros de salud, un ambulatorio; y comunicado con 4 líneas de la EMT, metro y centro de día. Todo lo que cualquier barrio de Valencia desearía tener algún día.
A nivel de enseñanza, cuentan con tres colegios públicos (Profesor Santiago Grisolia, Serrería, San Pedro) y dos institutos (el IES Sorolla y el IES Serpis), por lo que la escolarización de los más pequeños no es un problema a la hora de encontrar plaza.
En cuanto a los problemas que tiene el barrio, son fundamentalmente de limpieza y de poda de los árboles. Los vecinos aseguran que tienen que estar constantemente reclamando que acudan a podar sobre todo en las zonas más transitadas por niños. En definitiva necesita más mantenimiento.
«Hemos tenido varios sustos. Algunas ramas han ido cayendo por el peso e incluso han habido casos en los que han llegado a rozarse con las ventanas de algunos vecinos. Tenemos 12 jardines con árboles muy variados y resulta complicado mantenerlos en buen estado si las autoridades no ponen de su parte».
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